Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Así podréis andar como es digno del Señor, agradándolo en todo, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios. (Colosenses 1.9–10)
Nuestra lucha por descubrir la voluntad de Dios normalmente se manifiesta en esos momentos críticos de nuestra vida cuando nos vemos enfrentados a una decisión que es crucial para nuestro futuro: escoger a la persona que será nuestra pareja, elegir una carrera, cambiar de trabajo, evaluar la posibilidad de una mudanza o, incluso, el traslado a otro país. Frente a estos desafíos, elevamos oraciones y súplicas a Dios, porque queremos hacer lo que es correcto delante de él.
La oración de Pablo por la iglesia de Colosas es instructiva en este sentido. Pablo podría haber pedido muchas cosas por ellos, pero decidió orar por esto: que fueran llenos del conocimiento de Su voluntad. Tal oración presupone que el conocimiento de la voluntad de Dios es un aspecto fundamental de la vida del cristiano. De hecho, el mismo apóstol, en la carta de Romanos, nos describe como «esclavos de la obediencia» (Ro 6.16). Nuestra condición de esclavos a la obediencia convierte en fundamentales las instrucciones del Señor para nuestras vidas, pues ningún esclavo puede obedecer si no ha recibido instrucciones.
Quiero, sin embargo, que usted tome nota de algo: la razón por el cuál Pablo pide que ellos sean llenos del conocimiento de la voluntad de Dios no es porque la congregación se enfrentaba a una decisión fundamental que afectaría el futuro de la iglesia. Más bien, el deseo del apóstol era que anduvieran «como es digno del Señor». De esta manera, introduce un elemento mucho más ordinario a su oración de lo que nosotros estamos acostumbrados a contemplar. No está pensando en aquellos dramáticos dilemas que nos presenta la vida, sino en los rutinarios acontecimientos que son una parte de cada día.
La implicación es clara: el Señor pretende ser Señor en situaciones tan «poco espirituales» como los momentos en que usted interactúa con su familia, realiza las labores de su trabajo, o conduce el carro. Es precisamente en estas situaciones cuando tendemos a vivir sin darle mayor importancia a lo espiritual. El deseo del Señor, sin embargo, es que le agrademos en todo, que llevemos fruto en toda buena obra y que crezcamos a cada instante en el conocimiento de él.
La oración de Pablo, entonces, nos llama no solamente a entender que la voluntad de Dios debe ser clara en todas y cada una de las situaciones que enfrentamos a diario, sino también a estar atentos a la guía de su Espíritu que estará interesado en revelarnos esa voluntad a cada paso de la vida. Nuestra búsqueda de sus deseos no debe estar limitada a las instancias definitorias de la vida, sino también a los pequeños momentos, que con frecuencia descartamos por insignificantes.
Para pensar:
¿En que áreas de la vida acostumbra hacer las cosas automáticamente, sin pensar en la voluntad del Señor? ¿Cómo suele discernir la voluntad de Dios? ¿De qué maneras puede volverse más sensible a sus instrucciones?
Shaw, C. (2005) Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.
Comentarios