Avanzar hacia la madurez

Por tanto, dejando las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. Hebreos 6.1 (LBLA)

La preocupación del autor de Hebreos, que debe ser también la preocupación de aquellos que servimos a la iglesia de Jesucristo, era que los cristianos se habían detenido en su proceso de crecimiento. Estaba compartiendo con ellos algunos conceptos profundos de la vida espiritual, pero en medio de esta enseñanza exclama con frustración: «Acerca de esto tenemos mucho que decir, pero es difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oir» (5.11). La evidencia parece señalar que esta gente llevaba unos cuantos años en la vida espiritual pero seguía necesitando de la leche que es apropiada para los niños y no para los adultos.

El concepto de avanzar hacia la madurez es difícil de entender para nosotros. En el mundo de las cosas físicas, el crecimiento es un proceso que ocurre sin nuestra intervención. Salvo en casos extremos de desnutrición, el cuerpo crece solo y alcanza la etapa de adulto sin nuestra ayuda. Por supuesto que una buena dieta, el ejercicio y el descanso apropiado pueden contribuir a un resultado más saludable. Aun en las personas que no hacen ninguna de estas cosas, sin embargo, el cuerpo madura igual.

En el mundo de las cosas espirituales, sin embargo, una realidad enteramente diferente gobierna el proceso de crecimiento. Aquí, no se alcanza el estado de adulto por el mero paso del tiempo. Es, más bien, consecuencia de un esfuerzo deliberado por cultivar una relación continua con el que produce el crecimiento, Dios mismo. Sin este esfuerzo -que debe ser llevado en la gracia de Dios- las personas quedarán en un estado donde no es visible prácticamente ninguna transformación. Es precisamente por esto que en la iglesia encontramos tantas personas que apenas han avanzado más allá de la etapa inicial de fervor por las cosas de Cristo. A pesar de esto, no es poco común recompensar a las personas con cargos de responsabilidad basados en los años que llevan en la congregación, sin mirar si estos años han producido un verdadero crecimiento espiritual en ellos.

El autor de Hebreos insta a sus lectores a avanzar hacia la madurez con una actitud deliberada y sostenida. Aquí no se está hablando de entusiasmos pasajeros, sino de disciplinas cuidadosamente cultivadas. En infinidad de oportunidades se presentarán circunstancias que invitan a abandonar estas prácticas. La persona que desea ardientemente la madurez, sin embargo, no escuchará razonamientos ni argumentos, ni conocerá, tampoco, la fatiga y el cansancio en la búsqueda de una relación profunda e intima con Dios. Se ha propuesto deliberadamente avanzar y esto hará, con la ayuda de Dios.

Para pensar:

¿Qué plan tiene para lograr un crecimiento sostenido en la vida espiritual? ¿Qué disciplinas incluye este programa? ¿Qué modificaciones necesita hacerle a su rutina para ser más deliberado en la búsqueda del crecimiento?




Shaw, C. (2005) Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.

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