Los beneficios de ser un transformador: cómo impactar la vida de otros con el amor de Dios

¿Qué es ser un Transformador?

Los transformadores son personas que Dios utiliza para cambiar realidades. Hay personas que se viven quejando de la realidad, pero no hacen nada por cambiarla. En el Reino de Dios un Transformador es aquella persona usada para cambiar su entorno, Los transformadores son personas que Dios usa para mejorar la realidad de ellos y de otros, renovando su mente con su palabra y experimentando un cambio profundo en su vida. Los transformadores son hijos de Dios que reflejan su imagen y comparten su amor y verdad con el mundo.

Los transformadores son personas que Dios utiliza para cambiar realidades. Hay personas que se viven quejando de la realidad, pero no hacen nada por cambiarla.

pr. Diego López

Un transformador se vuelve proactivo y no un conformista.

Si quieres ser un transformador y no un conformista, debemos seguir el ejemplo de Cristo y su Palabra. Él nos enseña a ser proactivos, a animar y edificar a los demás, a aceptar la disciplina del Señor (Proverbios 12.1), a llenarnos de sabiduría y gratitud, a amar el conocimiento y no la necedad, a hacer la voluntad de Dios y dejarnos guiar por su Espíritu, a ser humildes y apacibles, a caminar en justicia y verdad y permanecer en la instrucción que recibimos de Él

La Biblia dice: “Hagan todo lo que les enseñé, todo lo que aprendieron al verme y oírme, y el Dios de paz estará con ustedes” (Filipenses 4.9). Dios no nos manda a vivir estáticamente, sino a ser productivos, también en la parábola de los talentos el señor se enoja por que uno de ellos no puso a producir lo recibido (Mateo 25:25-27). El Señor se rehúsa a que vivamos en conformismo y tengamos una vida pasiva, más bien nos llama a ser referentes en los frutos que Él quiere producir en nosotros.

Un transformador es capacitado por Dios para cambiar su entorno y tu propia realidad.

Dios nos llama a ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente, para que podamos conocer y hacer su voluntad, que es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2). Él nos da su Espíritu, que nos transforma de gloria en gloria a la imagen de Cristo, que es el reflejo de la gloria de Dios (2 Corintios 3:18). Él nos enseña a morir a nuestra naturaleza terrenal, que está llena de pecado e idolatría, y a revestirnos del nuevo hombre, que se renueva conforme al conocimiento de Dios (Colosenses 3:5,9-10). 

Sin aceptar una renovación personal primero con nosotros mismos, no podríamos ser usados para cambiar otros entornos. Primero, Él nos invita a arrepentirnos de nuestros pecados, a ser convertidos por Su evangelio. Segundo, Él nos exhorta a no conformarnos al mundo actual, sino a ser sal y luz en medio de las tinieblas, anunciando el evangelio del reino de los cielos que se ha acercado (Mateo 4:17; 5:13-16). 

Ser transformador también es un proceso continuo que requiere de nuestra cooperación con Dios. Él nos capacita con su gracia y su poder para cambiar nuestro entorno y nuestra realidad, pero también espera que nosotros pongamos de nuestra parte, obedeciendo su palabra, siguiendo su ejemplo y compartiendo su amor.

Un transformador busca cumplir el propósito, la visión y la misión de Dios para su vida.

Dios nos ha creado con un propósito eterno, que es glorificar su nombre y reflejar su imagen en el mundo (Salmo 138:8). Él nos ha llamado con un llamamiento santo, según su propia voluntad y gracia, para que seamos parte de su pueblo y de su plan de salvación (2 Timoteo 1:9; Romanos 8:28). Él nos ha dado su Espíritu Santo como garantía de nuestra herencia, y como el que nos capacita para cumplir su voluntad (2 Corintios 5:5). 

Él nos ha revelado su palabra, que es inspirada y útil para enseñarnos, corregirnos e instruirnos en la justicia, para que estemos preparados para toda buena obra (2 Timoteo 3:16-17). Él nos ha asignado a cada uno un lugar y una función en su cuerpo, que es la iglesia, y nos ha dado dones y ministerios para edificarla y servirla (1 Corintios 7:17; 12:4-31). Él nos ha encomendado la misión de ser sus testigos en todo el mundo, anunciando el evangelio del reino de Dios y haciendo discípulos de todas las naciones (Hechos 1:8; Mateo 28:18-20). 

Cumplir el propósito, la visión y la misión de Dios para nuestra vida es un privilegio y una responsabilidad. Es un privilegio porque somos parte de su obra maravillosa y recibimos su amor y su gracia. Es una responsabilidad porque debemos obedecerle, servirle y honrarle con todo nuestro ser.

Dios nos ha creado con un propósito eterno, pero cada uno de nosotros tenemos una asignación acá en la tierra

dp

Un transformador busca apoyar el cumplimiento del propósito de Dios en otras personas.

Ser un transformador no es una carga, sino un privilegio. Dios quiere capacitar y usar personas. La Biblia dice: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Buscar el cumplimiento del propósito de Dios en otras personas también es un acto de amor, y el Señor quiere que nosotros amemos como Él ama, y a perseverar como Cristo perseveró (2 Tesalonicenses 3:5).

Apoyar el cumplimiento del propósito de Dios en otros también requiere de mucha humildad en nosotros. Generalmente, el enfoque de muchos es en sí mismos y no en los demás, pero el Apóstol Pablo nos anima a preocuparnos por otras personas, también a que nuestro enfoque sea el cumplimiento del reflejo de Jesús en otros. “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.” (2 Corintios 3:18).

Un transformador ama a la gente y su principal objetivo es impartir el amor de Jesús en otros.

Dios es amor, y nos ha amado primero, enviando a su Hijo para que muriera por nuestros pecados y nos diera vida eterna (1 Juan 4:7-10). Él nos ha mandado que nos amemos los unos a los otros, como él nos ha amado, y que demos nuestra vida por nuestros amigos (Juan 13:34-35; 15:12-13). Dar nuestra vida requiere que en ocasiones renunciemos a nuestro ocio para dedicarlo a compartir del evangelio a otros. 

Él nos ha dado su Espíritu Santo, que derrama su amor en nuestros corazones, y que produce en nosotros el fruto del amor, junto con el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio propio (Romanos 5:5; Gálatas 5:22-23). Él nos ha mostrado cómo es el amor verdadero, que es paciente, bondadoso, humilde, respetuoso, desinteresado, perdonador, sincero y perseverante (1 Corintios 13:4-8). Amar a la gente e impartir el amor de Jesús en otros es una forma de honrar a Dios y de cumplir su propósito. Es una forma de ser sus hijos e imitar su carácter. Es una forma de ser transformadores.

Algunas recomendaciones si eres el primer lector

• Te invito a experimentar un diálogo con Dios, hablale como un hijo(a), no desistas tu oración e incluye “que sea tu voluntad” dentro de tus palabras. Él estará feliz de escucharte. 

• Empieza a leer ¡la Bíblia! Es una oportunidad para conocer y escuchar la voz de Dios. Puedes empezar por los evangelios que están en el Nuevo Testamento (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) 

• Busca un lugar donde aprender más de Dios, busca una iglesia donde asistir. Si no tienes un lugar, te invitamos a Chubut 605, B/Providencia, Córdoba-Arg. O bien, si lees desde otra ciudad o país te invitamos a ver en vivo nuestras reuniones. ¡Tenemos muchos recursos para ti, ingresa a nuestra Comunidad!  

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