De cara a la oposiciĆ³n

Y ahora, SeƱor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que con toda valentĆ­a hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades, seƱales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo JesĆŗs. (Hechos 4.29ā€“30)

Toda aquella persona que estĆ” claramente identificada con Cristo y que ha decidido servirle en todo lo que Ć©l manda, de seguro se enfrentarĆ” a diferentes tipos de persecuciĆ³n. Esto es tan cierto como que el sol sale cada maƱana. Una gran nube de testigos de todos los tiempos testifican que la persecuciĆ³n es parte del precio que debemos pagar por seguir al Hijo de Dios. No solamente esto, sino que en abundantes pasajes bĆ­blicos, y en especial del Nuevo Testamento, se nos dice que vamos a sufrir por causa del evangelio. El hecho es que no somos del sistema de este mundo, ni nos conformamos a sus parĆ”metros. Al igual que una sustancia extraƱa en nuestros cuerpos, el mundo busca expulsar todo aquello que no es de sĆ­ mismo.

La cuestiĆ³n clave para nosotros, entonces, no es si vamos o no a sufrir, sino cuĆ”l debe ser nuestra actitud frente a las dificultades. Los apĆ³stoles en la iglesia naciente predicaban con palabra y hechos que el Cristo habĆ­a resucitado, y que ahora estaba sentado a la diestra del Padre gobernando con toda autoridad. Toda clase de seƱales y prodigios acompaƱaban a los que habĆ­an creĆ­do, y su nĆŗmero aumentaba dĆ­a a dĆ­a. Para los que habĆ­an dado muerte a JesĆŗs esto claramente constituĆ­a una nueva amenaza, y actuaron con Severidad arrestando a los apĆ³stoles. Al soltarlos los amenazaron, prohibiĆ©ndoles que predicaran en el nombre de JesĆŗs.

Su reacciĆ³n frente a este contratiempo nos deja una clara lecciĆ³n acerca de la manera en que el lĆ­der debe reaccionar en tiempos de oposiciĆ³n. En la mayorĆ­a de los casos que yo he conocido, cuando las personas estĆ”n en dificultades se obsesionan por encontrar alguna manera de eliminar esos problemas. Sus oraciones van todas en una sola direcciĆ³n: Ā«SeƱor, te pido que me saques de esta situaciĆ³n, o que quites esta dificultad de mi caminoĀ».

Note que los apĆ³stoles no oraron de esta manera. EntendĆ­an que la oposiciĆ³n era parte del llamado. MĆ”s bien, pidieron a Dios que les diera fidelidad en medio de la tormenta. Es decir, su preocupaciĆ³n era que, en medio de la persecuciĆ³n, no fueran infieles a Cristo. TenĆ­an una vocaciĆ³n: proclamar las buenas nuevas del reino. La amenaza del SanedrĆ­n hacĆ­a peligrar esta misiĆ³n que les habĆ­a sido encomendada. Esto era lo que verdaderamente les preocupaba. Deseaban seguir realizando la tarea a la cual habĆ­an sido llamados, aun cuando las cosas se habĆ­an puesto difĆ­ciles.

En medio de esta determinaciĆ³n de seguir adelante sin importar las circunstancias, pidieron a Dios no solamente que les diera coraje, sino que Ć©l confirmara la obra de sus manos por medio de seƱales y prodigios. Claramente la oraciĆ³n fue del agrado de Dios, pues no habĆ­an terminado de hablar cuando el lugar se estremeciĆ³ y todos fueron llenos del EspĆ­ritu. Recibieron lo que necesitaban y la obra siguiĆ³ avanzando conforme a la voluntad de Dios.

Para pensar:

ĀæCĆ³mo reacciona en tiempos de dificultad? ĀæQuĆ© revelan sus reacciones de su relaciĆ³n con Dios? ĀæCĆ³mo perciben los demĆ”s su manejo de situaciones de crisis?

Tomado con licencia de:

Shaw, C. (2005) Alza tus ojos. San JosƩ, Costa Rica, CentroamƩrica: Desarrollo Cristiano Internacional.0000

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