Día 3: De la Visión al Propósito

Devocionales

“La visión está irremediablemente conectada con las emociones”. El poder de una visión radica en su capacidad de incendiar nuestro corazón hasta que alcanza su punto máximo al convertirse en nuestro Propósito.
Tu Propósito es la razón por la cual te despiertas cada mañana, lo que secuestra tus pensamientos durante el día y lo que te hace soñar por las noches. Es la seguridad que empieza a nacer en tu corazón de que sin TU participación algo que podría ser y que debería ser, no será jamás. Y eso te empuja, te inquieta, te sacude. Así que liderazgo es movimiento.

El Propósito transforma al líder. Lo convierte en el eslabón que conecta la realidad actual con la realidad futura. Sin esta transformación, el líder no aparecerá. Nehemías sintió esta visión transformar su interior y la convirtió en su propósito. Él viviría, y si era necesario, moriría por ello. 

Se requiere que alguien se arriesgue si va a vivir según su propósito. Así como la visión implica emoción, cuando esta se convierte en nuestro propósito, esto significa acción y la acción significa riesgo. Una visión nunca será fácil y nunca será inofensiva. Una verdadera visión es peligrosa. Y esto es lo que la hace emocionante.

¿Estás empezando a inquietarte con algún sueño en especial?

¿Qué riesgo debes tomar para empezar a vivir una vida llena de Propósito?

Si te arriesgas para llevar a cabo eso que estás empezando a soñar, ¿Cuánto significado le agregaría esto a tu vida?

¿Qué te detiene? 

Lectura Bíblica

"―Bien, ¿Qué podemos hacer? —Preguntó el rey. Elevé una oración al Dios del cielo pidiendo su ayuda, y le contesté al rey: ―Si agrada a Su Majestad, y si en verdad usted quiere ayudarme, envíeme a Judá, para reconstruir la ciudad de mis padres. El rey, que tenía a la reina sentada a su lado, me preguntó cuánto tiempo duraría mi viaje y cuándo pensaba regresar. Entonces fijé una fecha para mi partida, y el rey estuvo de acuerdo." Nehemías 2: 4-5-6 NBV

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  1. Bendito Dios: “Enciende en nosotros la chispa de la divina insatisfacción, que surge de la tensión entre lo que es y lo que podría ser, según tu perfecta voluntad. Y danos el denuedo y convicción, por medio de tu Espíritu Santo, de que así debería ser.
    Con tu ayuda y dirección, nos levantaremos y edificaremos la visión que nos has dado, para tu gloria y nuestra eterna gratitud. En el nombre del Señor Jesús. Amén.”

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