Día 5: Comparte bien tu historia con Dios

Creeemos en ti y tenemos fe en que Dios hará algo

Las historias bien contadas, permiten un nivel de comunicación que va por encima de las diferencias que nos separan y son capaces de llegar directamente al corazón y a las emociones de quienes las escuchan. 

En Marcos 5, la Biblia nos relata la historia de un hombre poseído por demonios al que Jesús liberó. Después de esto, Jesús no quería que el hombre lo siguiera sino que le dijo que regresara a su casa y contara su historia. La Biblia nos dice que cuando este hombre compartió lo que había sucedido, toda la ciudad quedó maravillada. 

¿Te imaginas el grado de emoción de este hombre al contar su historia? Seguramente lo hizo con gran pasión y regocijo. 

¿Podrías hacer tú lo mismo? Piensa en aquel momento en el que Dios respondió tus oraciones y te mostró que Él es real, o en aquel otro en que recibiste un milagro de parte de Dios. ¿Puedes compartir lo que Dios hizo, lo que cambió en tu vida y cómo te hizo sentir? Los testimonios bien contados son poderosos porque pueden crear el deseo en los corazones de decir: “¡yo quiero eso!” 

Todos podemos contar una gran historia de Dios porque todos tenemos una historia que contar. Las historias se pueden compartir de muchas maneras diferentes: películas, música, blogs, hablando. La pregunta es: ¿Qué ha puesto Dios en tus manos para contar tu historia? 

Lectura Bíblica

"Llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos, y en cuanto Jesús salió de la barca, se le acercó un hombre que tenía un espíritu impuro. Este hombre vivía entre los sepulcros, y nadie lo podía sujetar, ni siquiera con cadenas. Muchas veces había sido sujetado con grilletes y cadenas, pero él rompía las cadenas y despedazaba los grilletes, de manera que nadie podía dominarlo. Este hombre andaba de día y de noche por los montes y los sepulcros, gritando y lastimándose con las piedras, pero al ver a Jesús de lejos, corrió para arrodillarse delante de él, y a voz en cuello le dijo: «Jesús, Hijo del Dios altísimo, ¿qué tienes que ver conmigo? ¡Yo te ruego por Dios que no me atormentes!» Y es que Jesús le había dicho: «Espíritu impuro, ¡deja a este hombre!» Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?», y él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos.» Y el hombre le rogaba e insistía que no los mandara lejos de aquella región. Cerca del monte pacía un gran hato de cerdos, y todos los demonios le rogaron: «¡Envíanos a los cerdos! ¡Déjanos entrar en ellos!» Jesús se lo permitió. Y en cuanto los espíritus impuros salieron del hombre, entraron en los cerdos, que eran como dos mil, y el hato se lanzó al lago por un despeñadero, y allí se ahogaron. Los que cuidaban de los cerdos huyeron, y fueron a contar todo esto a la ciudad y por los campos. La gente salió a ver qué era lo que había sucedido, y cuando llegaron a donde estaba Jesús, y vieron que el que había estado atormentado por la legión de demonios estaba sentado, vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo. Luego, los que habían visto lo sucedido con el endemoniado y con los cerdos, se lo contaron a los demás, y comenzaron a rogarle a Jesús que se fuera de sus contornos. Cuando Jesús abordó la barca, el que había estado endemoniado le rogó que lo dejara estar con él; pero Jesús, en vez de permitírselo, le dijo: «Vete a tu casa, con tu familia, y cuéntales las grandes cosas que el Señor ha hecho contigo. Cuéntales cómo ha tenido misericordia de ti.» El hombre se fue, y en Decápolis comenzó a contar las grandes cosas que Jesús había hecho con él. Y todos se quedaban asombrados." San Marcos 5:1-20 RVC
"Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios, que por la imposición de mis manos está en ti. Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, preso suyo. Al contrario, participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y nos llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, quien quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los no judíos. Por eso mismo padezco esto. Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro de que él es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. Retén la forma de las sanas palabras que oíste de mí, en la fe y en el amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que habita en nosotros." 2 Timoteo 1:6-14 RVC

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