Considerad, pues, a aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni os desaniméis en vuestro corazón.( Hebreos 12.3) (LBLA)
La analogía que está usando el autor de Hebreos para ayudarnos a entender la dinámica de la vida cristiana, es la de una maratón, una carrera larga que tiene una distancia de unos 42 km. Deja varias recomendaciones acerca de cuál es la forma en que mejor se puede correr esta carrera. En el devocional de hoy queremos concentrarnos en el secreto de no cansarnos ni desanimarnos en nuestros corazones.
El autor, como lo hizo en el versículo anterior, nos anima a fijar la vista en el ejemplo del Hijo de Dios. La carrera no fue fácil para el Mesías. En el camino le hizo frente a cuestionamientos, oposición, ridiculización, incomprensión, agresión y, finalmente, traición y abandono. Todo esto hubiera sido más que suficiente para descarrilar la vida de aun el más fuerte. Mas Cristo, lejos de desanimarse, prosiguió hacia la meta con esa singularidad de propósito que caracteriza a los verdaderamente grandes. El secreto de su éxito estaba en que entendía que toda conquista se logra primeramente en el corazón.
Un buen atleta sabe que al menos la mitad de una carrera se gana con la actitud, y le da tanta importancia a la preparación mental como a la física. Puede poseer un estado físico envidiable, capaz de grandes hazañas en el deporte que practica. Pero la batalla a menudo se gana o se pierde en los lugares escondidos del ser interior del deportista. Si en su corazón siente que no tiene posibilidades frente a sus rivales, poseyendo mayores aptitudes deportivas que ellos, entonces de seguro perderá.
Como líderes, debemos tener absoluta claridad acerca de la verdadera batalla que enfrentamos. El conocido autor cristiano, Charles Swindoll, ha observado: «Estoy convencido que el 10% de la vida consiste en las cosas que nos pasan; el otro 90% de la vida depende de la manera que reaccionamos a lo que nos pasa». Las definiciones cruciales en esta vida tomarán lugar en el corazón, donde siempre está presta la carne para manifestarse con seductoras sugerencias. Nuestros peores problemas no están a nuestro alrededor, sino escondidos en nuestro ser interior. «Porque del corazón salen malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas son las cosas que contaminan al hombre» (Mt 15.19–20).
Para pensar:
Pablo señaló que uno de los elementos cruciales para una vida victoriosa consistía en la renovación de la mente. «No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» le escribía a los Romanos (12.2). ¿Qué tipos de pensamientos ocupan su mente durante el día? ¿Cuáles son los que producen en usted desánimo? ¿Cuáles le estimulan a continuar en la batalla a la cual ha sido llamado? ¿Qué cosas puede hacer para traer mayor disciplina a su vida en esta área?
Tomado con licencia de:
Shaw, C. (2005) Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.
Comentarios
Tal cual! “El 10% de la vida consiste en las cosas que nos pasan, el otro 90% en cómo reaccionamos ante las cosas que nos pasan.”
Señor, ayúdame a reaccionar con humildad y dependencia a Ti, manteniéndome firme en el propósito al cual me has llamado. Amén ! 🙏🏻🙌🏻