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El pecado al acecho

Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo. Génesis 4.6–7 (LBLA)

Siempre resulta admirable ver en las Escrituras lo increíblemente sencillas que son las enseñanzas de Dios a sus hijos. Él escoge presentarlas en el idioma y contexto que ellos pueden entender, de manera que la verdad presentada queda fácilmente grabada en el corazón. En este caso, el Señor usa una dramática analogía de la vida real para comunicarle a Caín un principio eterno de la vida espiritual.

Caín y Abel eran personas acostumbradas a la vida agreste, uno como labrador y el otro como pastor de ovejas. No hemos de dudar que con frecuencia tuvieron que enfrentarse a las fieras del campo que intentaban devorarse los animales del rebaño. De esta experiencia, Dios se sirvió de una ilustración que ayudaría a Caín a entender la dinámica por la cual el pecado se hace fuerte en nuestras vidas.

Cuando escogemos hacer lo que no es correcto, hemos optado por un estilo de vida que acarrea ciertas consecuencias para nosotros. El que anda en lo malo, atrae la maldad. Frente a Caín, el Señor escogió la frase «el pecado yace a la puerta». La palabra «yace» podría traducirse «está agazapado» y describe a la perfección la postura del animal de caza que estudia intensamente a su víctima para pegar el dramático salto que lo pondrá en sus garras. Nos da la imagen, tantas veces vista en documentales, del león escondido en los pastizales, lentamente acercándose a un animal que no sospecha de su presencia. De la misma manera, quien anda en lo malo es «escogido» por el pecado como una presa segura.

La víctima tiene todas las características que la hacen atractiva para el enemigo. Por esta razón, el Señor usó la frase «te codicia». Contrario a los mitos populares, los animales de caza no siempre atrapan a las víctimas que escogen. Los leones, por ejemplo, pierden más del cincuenta por ciento de sus víctimas. Debido a esto, es parte de la estrategia del león buscar a los animales más débiles y desprovistos de protección. Quien anda en lo malo debilita sus defensas espirituales y se abre a los ataques sorpresivos del pecado, que fácilmente se instalará en su vida.

Continuando con la analogía, el Señor insta a Caín a que domine al animal que está por atacar. En otras palabras, viendo su postura agazapada, debía tomar la iniciativa y atacar antes de ser atacado. En esto, vemos una segunda lección importante con respecto al pecado. Es nuestra responsabilidad no permitir que se haga fuerte en nuestro interior. Nadie puede hacer esto por nosotros. Debemos resistirnos a sus asechanzas y echarlo de nuestra presencia antes de que pegue el zarpazo. Una postura de permanente vigilancia es indispensable para resistirse al pecado.

Para pensar:

«Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil» (Mt 26.41).




Shaw, C. (2005) Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.

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