La esperanza que se demora es tormento del corazón; árbol de vida es el deseo cumplido. (Proverbios 13.12)
La esperanza es un elemento tan entretejido en nuestra existencia cotidiana que prácticamente no tenemos conciencia de su influencia en nosotros. No obstante, cumple una función fundamental en la vida.
La esperanza se refiere a una situación o realidad futura que promete ser mejor o más placentera que la presente. Como la vida está llena de contratiempos y dificultades, es por medio de la esperanza que superamos el desánimo y la desilusión que resultan de las experiencias negativas por las cuales transitamos. Nuestra esperanza puede estar dirigida hacia elementos tan intrascendentes como el clima, la comida o los programas de televisión. Pero la esperanza también se centra en cuestiones de mucho mayor peso, como el deseo de consolidar nuestra situación laboral, reconciliarnos con algún familiar distanciado o mejorar la calidad de nuestra relación con nuestros seres más queridos. En todo esto, nuestro corazón echa mano de aquellas situaciones futuras que esperamos, algún día, se hagan realidad en nuestra vida.
Es por esta razón que el autor de Proverbios describe como «árbol de vida» al deseo cumplido. Produce en nosotros un bienestar que puede ser comparado al beneficio que un árbol frondoso le trae a una parcela de tierra. No solamente la embellece, sino que da su sombra y su fruto a quien lo posee, convirtiéndose, de esta manera, en verdadera bendición.
Si la esperanza es importante para el ser humano que anda en tinieblas, mucho más lo será para aquellos que han sido alcanzados por la gracia. El Nuevo Testamento la señala como uno de los aspectos fundamentales para la plena experiencia en Cristo. El apóstol Pablo la veía tan importante que pidió, específicamente, por la iglesia de Éfeso: «que él alumbre los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado» (1.18). Creía que sin una verdadera comprensión de la esperanza la iglesia corría peligro de edificar sobre un fundamento efímero y pasajero, más relacionado con las cosas de este mundo que con el reino de Dios. De hecho, al no tener claridad sobre la verdadera naturaleza de nuestra esperanza en Cristo, la iglesia ha cifrado la realización de sus sueños en cosas de tan poco valor como la adquisición de bancas, equipos de sonido y edificios.
Es importante que nosotros, como líderes, tengamos en cuenta la importante función que cumple la esperanza en la vida. Podrá ser uno de los instrumentos por medio de los cuales el Espíritu logra transformar la vida de todos aquellos a quienes hemos sido llamados a ministrar. Del mismo modo, deberemos notar lo pesada que resulta la vida cuando la esperanza se demora indefinidamente. En muchas congregaciones las promesas de los pastores no son más que palabras vacías. En un primer instante, la gente se toma de ellos para soñar sobre el futuro. Con el pasar del tiempo, sin embargo, se apodera de ellos la resignación, ese estado de indiferencia tan difícil de revertir. No debemos descuidar tan valioso elemento en nuestro servicio al pueblo de Dios.
Para pensar:
«Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos».
(1 P 1.3).
Tomado con licencia de:
Shaw, C. (2005) Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.0000
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