Jesús, el legado más grande del servicio en la historia

Vivimos en un mundo donde estamos más acostumbrados a que nos sirvan que a servir. Esta es la enseñanza que hemos aprendido de la sociedad. Pero el legado más grande de servicio nos lo dejó nuestro Salvador Jesucristo: Él es nuestro ejemplo, Él dio la vista al ciego, salud al enfermo, palabras de aliento al alma atormentada y desconsolada.

Vivimos en un mundo donde estamos más acostumbrados a que nos sirvan que a servir. Esta es la enseñanza que hemos aprendido de la sociedad. Pero el legado más grande de servicio nos lo dejó nuestro Salvador Jesucristo: Él es nuestro ejemplo, Él dio la vista al ciego, salud al enfermo, palabras de aliento al alma atormentada y desconsolada.

Las mejores experiencias que he tenido en mi vida han ocurrido a través del servicio al prójimo. Desde que conocí la iglesia a mis siete años de edad, una de las cosas que más me impresionó y ayudó a desarrollar mi servicio fue ver que los hermanos siempre tenían el interés y la disposición de ayudarse mutuamente. La capacidad de servicio y el interés en el bienestar común, que vi desde mis primeros años, fortalecieron mi testimonio y despertó en mí el deseo de querer involucrarme más en la obra del Salvador y servir donde Dios me enviara.

Durante el paso de los años me he dado cuenta de que siempre hay algo que podemos hacer, muchas veces a través de actos sencillos: mantener una actitud dispuesta, afable, cortés y tratar a las personas con amabilidad puede ser de gran ayuda para alguien que esté pasando por un momento de dificultad. Los buenos sentimientos se transmiten y ayudan a que podamos mantener el Espíritu Santo con nosotros, y las personas con las que interactuamos pueden sentirlo.

Cada día se presentan múltiples maneras de servir; si estamos atentos, seremos las manos de Cristo para bendecir la vida de otros. En este tiempo de múltiples ocupaciones, cuando pensamos que el tiempo no nos alcanza para cumplir con todas nuestras responsabilidades, es conveniente hacer una pausa y mirar a nuestro alrededor, empezando en nuestro propio hogar, con nuestra familia, nuestros vecinos, etc. Jesús dijo: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros» (Juan 13:35).

Foto de Noor Aldin Alwan: https://www.pexels.com/es-es/foto/campo-jugando-infancia-ninos-12359243/

He tenido la oportunidad de realizar servicios misionales y de voluntariado en África, Asia y Centroamérica, y durante mi servicio en estos países me he dado cuenta que ser voluntario es una de las mejores herramientas que se ejerce para cambiar vidas y circunstancias. Entendí que ser voluntario no solo aporta un beneficio a quien recibe la ayuda, sino que también favorece al que brinda ese servicio. Al servir se desarrolla el amor al prójimo y se potencian los valores del perdón, la bondad, la solidaridad, la tolerancia, la paciencia, la benignidad, los mismos que Jesús no se cansó de enseñar y dar ejemplo a lo largo de su vida.

Muchos me han preguntado qué requisitos deben cumplir para ser voluntarios, a lo cual les respondo de la siguiente manera:

Todo depende de ti

si en tu corazón está el deseo de servir a los demás, Dios puede y quiere usarte. Ser voluntario significa colaborar en todas las áreas que requieran ayuda, pero sobre todo significa dejarte usar por Dios. Sin importar el rol que desempeñes, el Señor puede utilizarte como un medio para bendecir a los demás (Mateo 22:39). –

Da lo que tienes

con lo que tienes ahora mismo puedes ayudar a tu prójimo. No es necesario tener en abundancia para compartir sino más bien una actitud dispuesta a dar lo mejor de uno mismo. Lo que cuenta en una labor voluntaria es la motivación, la disposición y el compromiso que se tiene (Santiago 2:14-17).

Sirve donde estás

muchas veces cuesta mucho identificar en qué área o lugar se puede ser voluntario, y la mayoría de las ocasiones se está a la espera de que alguien lo solicite o que se presente una vacante para poder iniciar, pero si miras a tu alrededor te darás cuenta de que hay mucho campo que labrar. Cada día se presentan múltiples maneras de servir; si estamos atentos, seremos las manos de Cristo para bendecir la vida de otros. «Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Mateo 7:12).

Al servir se desarrolla el amor al prójimo y se potencian los valores del perdón, la bondad, la solidaridad, la tolerancia, la paciencia, la benignidad, los mismos que Jesús no se cansó de enseñar y dar ejemplo a lo largo de su vida.

Jesús dijo en cuanto al servicio: «…en cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis» (Mateo 25:40). El ser voluntario significa ser diferente a los demás porque ayudar te cambia la vida, te hace más humano, más sensible y más tolerante a todo y a todos. El servir a otros te hace experimentar el verdadero amor al prójimo.

¿Te imaginas si en el mundo hubiera más voluntarios? El mundo sería en poco tiempo un lugar mejor para vivir, con más empatía, porque el ayudar a otras personas de tu entorno colabora a olvidarse de los prejuicios y diferencias de toda índole, y nos veríamos los unos a los otros como lo que realmente somos: humanos necesitados de amor, necesitados de Dios.


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Tomado con licencia de la revista LIDER 625, edición 17, “Voluntarios, el factor que acelera o retrasa tu ministerio” Pag. 36.

Créditos ph: Nishant Aneja: https://www.pexels.com/es-es/foto/tres-ninos-sonriendo-2385657/

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