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La obligaciĆ³n de descansar

Seis dĆ­as trabajarĆ”s y harĆ”s toda tu obra, pero el sĆ©ptimo dĆ­a es de reposo para JehovĆ”, tu Dios; no hagas en Ć©l obra alguna, tĆŗ, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que estĆ” dentro de tus puertas. (Ɖxodo 20.9ā€“10)

Hay dos conceptos muy interesantes en el pasaje que hoy compartimos. En primer lugar, debemos notar que el mandamiento de descansar es precisamente eso: un mandamiento. Esto nos choca un poco, porque en nuestra cultura el descanso es algo que disfrutamos cuando ya no tenemos nada que hacer. Lamentablemente, como nunca llega el dĆ­a en el que no tenemos nada que hacer, rara vez nos tomamos tiempo para descansar. Es justamente por esta razĆ³n que el SeƱor no deja librado a su pueblo para que decida cuĆ”ndo debe descansar. No nos consulta acerca de si deseamos descansar, ni tampoco nos pregunta si hemos terminado todo el trabajo que tenĆ­amos para hacer. Directamente nos ordena que descansemos.

En esto vemos cuƔn bien conoce nuestro Padre celestial nuestra tendencia a abusarnos de todo lo que Ʃl nos ha dado. Con el advenimiento de la electricidad y la capacidad de prolongar indefinidamente el dƭa, el hombre cada vez es mƔs esclavo de lo que hace. De modo que nuestro Creador, que conoce bien nuestras limitaciones, nos ordena que descansemos para nuestra propia salud espiritual, emocional, mental y fƭsica.

Hemos de notar, en segundo lugar, que el dĆ­a de reposo es Ā«para JehovĆ”Ā». AquĆ­ tambiĆ©n encontramos un concepto que contradice nuestras presuposiciones culturales. Para nosotros el dĆ­a de reposo es primordialmente un dĆ­a para nosotros. En el mandamiento original el dĆ­a de reposo tenĆ­a, sobre todas las cosas, un sentido espiritual. Era un dĆ­a que se apartaba para celebrar la bendiciĆ³n de pertenecer al pueblo de Dios, para agradecer las bondades recibidas y para volver a reordenar la vida segĆŗn los parĆ”metros eternos de la Palabra.

El lĆ­der que aspira a ser efectivo en su ministerio necesita incorporar a su vida estos principios sobre el descanso. Muchos pastores viven en un estado permanente de fatiga que diezma seriamente su capacidad de servir y bendecir la vida de los demĆ”s. El descanso, que no es meramente la ausencia de actividades, es un momento vital en el ciclo de la renovaciĆ³n espiritual que necesita el lĆ­der, para que su ministerio continĆŗe siendo fresco y vital. Quien intenta vivir sin estos interludios de renovaciĆ³n, lo hace en desmedro de las personas a quienes intenta servir.

Para pensar:

El SeƱor no le pregunta a usted si necesita descansar. Le manda que descanse, quiera o no hacerlo. QuizƔs le ayude, entonces, a ver el descanso como una disciplina mƔs de la vida espiritual. Usted lo planifica como cualquier otra actividad de su ministerio, y lo incorpora al ejercicio espiritual que realiza diariamente para mantenerse en buen estado. Descansar no es perder el tiempo; es redimir el tiempo con sabidurƭa para que sus recursos den mayor fruto para el reino.

Tomado con licencia de:

Shaw, C. (2005) Alza tus ojos. San JosƩ, Costa Rica, CentroamƩrica: Desarrollo Cristiano Internacional.

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