Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. (Hechos 6.8)
Para describir a sus líderes, el pueblo puede referirse a diferentes aspectos de ellos. Pueden hablar de su sentido de responsabilidad y dedicación al ministerio. Quizás escojan hablar más de su inteligencia para resolver dificultades. Otros pueden alabar las virtudes del líder como predicador o maestro. Las cualidades y los elementos que distinguen la vida de los que sirven en la iglesia pueden ser muy variados. No es muy frecuente, sin embargo, escuchar a una congregación decir de su líder: «es una persona llena de gracia».
¿En qué pensaba el autor del libro de los Hechos cuando decía que Esteban era un hombre lleno de gracia? Seguramente estaba citando el testimonio que la iglesia misma había dado de este extraordinario diácono. ¿Y en qué cualidades pensaban ellos cuando decían que Esteban era un hombre lleno de gracia? Unos versículos más adelante, Lucas nos dice que los integrantes del Concilio, «al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel» (6.15).
Quizás esta frase nos ayude a descifrar lo que significa la expresión «lleno de gracia». Parece referirse a algo sobrenatural, algo no producido por los hombres, algo que tiene una cualidad celestial. A decir verdad, es precisamente por esto que se nos hace difícil entender lo que es estar lleno de gracia, porque es un concepto muy alejado de la realidad cotidiana del ser humano. En nuestro entorno prima la ley del esfuerzo. Nadie en este mundo llega a algo si no es por este camino. Y esto lleva implícito tener que competir con otros para dejarlos fuera de la carrera. Solamente los más disciplinados y decididos llegan a conquistar los lugares de mayor poder y prestigio.
La gracia se mueve en otra esfera completamente diferente. El entorno ideal para su manifestación es el de la debilidad, la fragilidad y la inseguridad. Lo vemos más frecuentemente entre aquellos que no inspiran naturalmente por sus cualidades luchadoras. La gracia se hace fuerte en situaciones donde los propios recursos se han agotado. Viene sobre nuestras vidas cuando reconocemos que el camino a recorrer es imposible de conquistar.
Cuando la iglesia describía a Esteban como un hombre lleno de gracia, por lo tanto, estaba describiendo a un líder que ministraba desde su debilidad, no desde sus fuerzas. Era una persona que tenía profunda conciencia de su falta de capacidad para hacer lo que se le había encomendado hacer. Le faltaba eficiencia; carecía de elocuencia; quizás sus fuerzas físicas eran muy escasas. No sabemos con certeza dónde estaban sus debilidades. Lo que sí podemos afirmar es que la iglesia veía en él un hombre absolutamente dependiente de Dios en todo y para todo. En fin, era un hombre ¡lleno de gracia!
Para pensar:
¿Cómo lo describiría a usted la gente de su congregación? ¿Qué cualidades de su persona escogerían para resaltar? ¿Le perciben ellos como alguien que es absolutamente conciente de su falta de aptitud para hacer lo que se le ha mandado hacer? Qué maravilloso sería que pudieran decir de usted y de mí: son personas ¡llenas de gracia!
Shaw, C. (2005) Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.
Comentarios