Así predicó Jonathan Edwards su sermón más famoso e influyente”Pecadores en manos de un Dios airado” es probablemente uno de los sermones más famosos de la historia de la iglesia. Esta es la historia detrás de este famoso sermón.
Este famoso sermón tuvo un inicio, pero nunca se pudo concluir, por las reacciones que causó. El 8 de julio de 1741, en Enfield, Connecticut, una colonia británica en ese entonces, se escucharon gritos, llantos, y alaridos como nunca en esta fría y tranquila población. El alboroto venía de la apacible congregación del pueblo mientras participaban del culto, que dirigía un predicador invitado llamado Jonathan Edwards (1703-1758). El sermón se había titulado Pecadores en las manos de un Dios airado.
Jonathan Edwards había sido invitado a predicar a la iglesia de Enfield, conocida por su frialdad espiritual, en un momento en el que Nueva Inglaterra estaba empezando a sentir un gran avivamiento, que se conocería posteriormente como El Gran Despertar. Sin proponérselo, la predicación de Edwards fue el golpe que aceleraría una renovación espiritual en medio de este movimiento único en la historia del cristianismo.
Pero Edwards nunca fue uno de esos predicadores con alta y fuerte voz. De hecho, su estilo de predicación era sencillo: voz débil y pocos gestos; simplemente leía desde un manuscrito que había memorizado. Tampoco era la primera vez que Edwards predicaba este sermón, pues ya lo había hecho en su propia congregación en Northampton, Massachusetts, con un efecto desconocido.
Según la tradición, Edwards ni siquiera fue el predicador que debía exponer el sermón ese día. Él era un suplente. Además de todo, el auditorio era difícil. Las personas que asistían al servicio no mostraban ningún interés en particular. No había un ambiente de expectativa ni de solemnidad. Ni siquiera prestaban atención discreta o educada.
¿Cómo se vio el sermón más famoso de la historia?
Pero entonces Edwards comenzó a predicar. No sabemos exactamente cómo lo hizo. No sabemos qué estilo utilizó, su tono exacto de voz o cualquier idea que tengamos de su técnica. Sólo tenemos evidencias a partir de algunos informes de ese día.
Después de leer a los presentes el pasaje de Deuteronomio 32:35, Edwards hizo cuatro observaciones iniciales sobre los incrédulos mencionados en el pasaje: que los israelitas estuvieron siempre expuestos a la destrucción, que estuvieron siempre expuestos a una rápida destrucción repentina, que estuvieron expuestos a caer por su propio peso, y que la razón por la cual no habían caído era “porque el tiempo señalado por Dios no había llegado”
Siguiendo el método exegético puritano, antes de buscar aplicar la Palabra a la congregación, Edwards primeramente estudia el pasaje bíblico con el fin de llegar a su médula doctrinal. Edwards encontró que la verdad central de este pasaje era “Que no hay otra cosa que mantenga a los hombres impíos fuera del infierno en todo momento que la pura voluntad de Dios”. En seguida, Edwards se enfoca en encontrar las verdades del evangelio en el pasaje a través de diez observaciones, para finalmente aplicar a la vida de los oyentes en cuatro puntos.
¿ Gritos de terror?
En el desarrollo del sermón, Edwards empezó a acumular progresivamente ilustraciones sobre los horrores del infierno y la justicia de Dios, lo que empezó poco a poco a causar gritos de terror al escuchar la gráfica descripción de la condenación que experimentarían los malvados. Edwards predicó así:
El diablo está listo para arremeter contra ellos y tomarlos como suyos en el preciso instante que Dios se lo permita. Le pertenecen a él; posee sus almas y están bajo su dominio. Las Escrituras los presentan como su posesión. Los demonios los vigilan, siempre están a su lado, los están esperando como leones hambrientos y codiciosos que ven su presa y esperan tenerla, pero por el momento se retiene. Si Dios retirara su mano que los detiene, arremeterían sobre sus pobres almas. La serpiente antigua los ansía, el infierno abre su amplia boca para recibirlos; y si Dios lo permitiera, serían rápidamente tragados y perdidos.
Las descripciones eran tan vívidas y gráficas que la gente sentía que el suelo podía abrirse en cualquier momento y tragarlos hacia las profundidades del abismo y el fuego eterno.
Tu iniquidad te hace pesado como el plomo y te haría caer con gran peso y presión hacia el infierno, y si Dios te soltara, te hundirías inmediatamente, cayendo velozmente en el abismo sin fondo; y tu buena salud, el hecho de que te cuides y los medios usados para tu subsistencia, y toda tu justicia y rectitud no tendrían ninguna influencia para sostenerte e impedir que caigas al infierno.
Para Edwards, una de las cosas más amorosas que podía hacer era advertirles a las personas del peligro de no tener a Cristo y su justicia recibida por la fe.
Toda tu justicia y rectitud no tiene ninguna influencia para sostenerte e impedir que caigas al infierno, tal como una tela de araña no puede detener una roca al caer. Dios te mantiene sobre el abismo del infierno, muy parecido a como uno sujeta a un insecto repugnante sobre el fuego… Es solo por eso y ninguna otra cosa que no te fuiste al infierno anoche, que pudiste despertar una vez más en este mundo después de haber cerrado tus ojos para dormir, y no hay ninguna otra razón sino la mano de Dios, por la cual no has caído en el infierno desde que te levantaste esta mañana.
Edwards no pudo culminar su predicación aquel día. Los gritos de terror de las personas que lo escuchaban no lo dejaron concluir, mientras clamaban “¿Qué debo hacer para ser salvo?”. El plan de Edwards era finalizar su sermón mostrando el consuelo del evangelio. Irónicamente, sus oyentes no lo dejaron llegar a ese punto.
¿Cómo se ha visto hasta hoy?
Con todo, este sermón, tal vez el más famoso en la historia de la iglesia, es usado como un supuesto ejemplo de la predicación terrorífica calvinista de El Gran Despertar y como una muestra de la frialdad de Edwards casi al borde del sadismo en relación con la justicia de Dios. Pero es importante conocer el contexto. Las predicaciones sobre el infierno eran muy comunes durante ese tiempo. La predicación fue impactante, no porque predicara sobre el infierno, sino cómo predicaba sobre el infierno.
Edwards estaba más interesado en mostrar la Gloria de Dios y la necesidad del pecador de experimentar esa Gloria a través de Cristo. Es fácil darse cuenta de esto al estudiar la vida, la obra y el pensamiento de Edwards. Este sermón ha sufrido constantes análisis por parte de lingüistas, psicólogos y expertos que lo han asociado con la física newtoniana, el prodigio de la narrativa y la elocuencia, y la construcción lógica y rítmica de un discurso.
Este es un sermón típico del Gran Despertar, que enfatiza la enseñanza de que el infierno es real, un lugar que realmente existe. Pecadores en las manos de un Dios airado continúa siendo el ejemplo principal de un sermón de que provoca un verdadero avivamiento y aún sigue retándonos y persuadiendo sobre nuestra realidad espiritual.
¿Y tú? ¿Qué tan consciente eres de la realidad del infierno?
Un aporte muy interesante , para “La Historia de los Avivamientos “,que esta significando , tambien en mi vida una gran renovacion espiritual y una busqueda mas profunda del Espiritu Santo.
Extraido de Giovanny Gómez Pérez
Giovanny Gómez Pérez es cofundador y director de BITE. Director de proyectos en Flyax, una agencia de marketing de contenidos. También es teólogo y miembro de la Iglesia Bautista Renacer, en Bogotá, Colombia. Casado con Pilar y padre de Sar
Comentarios
Gracias querida Chini por compartir este artículo sobre el Sermón de Jonathan Edwards que dio inicio al Avivamiento llamado “El Gran Despertar”. Muy interesante: todo empezó con una predicación sobre el “infierno”, obviamente animando a la audiencia a evitar ir a ese lugar, reconciliándose con Dios por medio de la fe en Jesucristo. Así debe ser nuestra predicación: difícilmente le “agrade a todos”, pero Dios quiera que podamos salvar a la mayoría. ¡Amén!