Perseverar en la oración

 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar. (Lucas 18.1)

La falta de perseverancia en la oración es uno de los problemas más comunes que enfrentamos en la vida espiritual. Esto es particularmente así en estos tiempos en los cuales estamos acostumbrados a la gratificación instantánea de nuestros deseos. Aunque nos proponemos, una y otra vez, buscar mayor crecimiento en esta disciplina, pareciera que requiere de una disciplina extraordinaria avanzar en esta dirección.

Hay dos cosas que, según la parábola que contó Jesús, pueden ayudarnos a no desmayar en la oración. En primer lugar, debemos creer en lo válido de nuestra petición. La viuda tenía una convicción inamovible que su causa era justa y que por eso debía insistir en buscar una solución. Sospecho que en esto, muchos de nosotros no creemos demasiado en lo que estamos pidiendo. Pedimos una o dos veces lo que deseamos del Padre, pero frente a la falta de resultados, abandonamos rápidamente el pedido que, hace apenas unos días, creíamos indispensable para nuestra vida.

En segundo lugar, debemos tener convicción de que la respuesta va a venir, aunque pueda haber, a nuestro entender, una demora en el tiempo de la respuesta. La viuda no se daba por vencida porque creía que realmente iba a obtener una respuesta a la situación que estaba exponiendo ante el juez injusto. Por un tiempo tuvo que convivir con la indiferencia de este hombre, pero lo terminó agotando con su continuo pedido. Aunque Cristo señaló que nuestro Padre Celestial de ningún modo posee las mismas cualidades que el juez injusto, debemos, de todas maneras, superar el obstáculo del aparente silencio de Dios. Es solamente una convicción profunda en la bondad de Dios y su deseo de bendecir a sus hijos lo que nos va a sostener cuando aún la respuesta no haya venido.

Se hace evidente, entonces, que para cultivar este tipo de oración debemos superar las peticiones tibias y esporádicas que muchas veces elevamos al Señor. Dick Eastman, un hombre que ha enseñado y escrito mucho sobre la oración, comparte esta observación sobre el tema de la persistencia: «Muchos piensan que orar con persistencia significa tener que esperar semanas y aun años para una respuesta. Aunque esto es verdad en ocasiones, no es siempre así. Una persona puede hacer una oración persistente en un cuarto de hora. Las oraciones largas no necesariamente son oraciones persistentes. Mucho más importante que esto es cuán intensamente oramos. Nuestras oraciones deben ser intensas. Cuando uno ora con un sentimiento intenso de humildad -entremezclado con una profunda dependencia de Dios- aprende la definición de lo que es oración perseverante».

Para pensar:

¿Es posible que muchas de las cosas que podrían estar aconteciendo en su congregación estén demoradas por falta de oración? ¿Cuáles son las cosas por las cuales usted siente verdadera pasión? ¿Cuáles de estos temas alimentan su vida de oración? ¿Qué cosas le llevan a desistir de seguir orando por algo? ¿Cómo puede cultivar mayor perseverancia en la oración?

Tomado con licencia de:

Shaw, C. (2005) Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.

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