“Podrás engañar a todos durante algún tiempo; podrás engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos”.
Abraham Lincoln
Construccionismo y posverdad.
El construccionismo social habla sobre cómo percibimos el mundo. Dice que nuestra concepción del mundo se construye en base a las referencias culturales y comunitarias de las experiencias vividas, lo cual nos inclina hacia una perspectiva u otra. Desde esta corriente, no se apunta a llegar a una verdad objetiva que sea común a todos, sino que cada persona le atribuye significado y valor a las cosas tangibles e intangibles.
Uno de los mayores exponentes del construccionismo social es Kenneth Gergen, un psicólogo estadounidense que ha buscado aplicar la teoría del construccionismo social a todas las esferas de la sociedad.
Y ¿qué es eso de la posverdad?
La RAE define a la posverdad como un neologismo que se refiere a una distorsión deliberada de la realidad manipulando creencias y emociones, con el objetivo de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales.
Este término se ha visto evidenciado en los últimos años sobre todo en el campo de la política, aunque también se involucran los organismos que manejan la educación y los medios de comunicación. El término se ha venido usando desde hace un par de décadas, pero su desarrollo conceptual se dio con el libro “La era de la posverdad: deshonestidad y engaño en la vida contemporánea” de Ralph Keyes.
También tomó mucha fuerza en Estados Unidos cuando el periodista Eric Alterman usó las palabras “presidencia de la posverdad” refiriéndose a las declaraciones de George Bush luego del atentado del 11 de septiembre del 2001.
¿DÓNDE ESTÁ EL DILEMA?
Desde pequeño, recuerdo que nos contaban la historia de la batalla de Pichincha. Un momento épico que narra el esfuerzo libertador del ejército ecuatoriano para obtener la indepen dencia de los españoles. En esa batalla nació la leyenda del famoso Abdón Calderón, un héroe de guerra que, según nos enseñaban en la escuela, batalló con todas sus fuerzas hasta perder un brazo y luego el otro tras un par de cañonazos enemigos.
ASÍ FUNCIONA UNA
POSVERDAD.
SE MANIPULA UNA VERDAD APELANDO
A LA EMOTIVIDAD Y
MINIMIZANDO LA LÓGICA, PARA
CONSEGUIR EL FAVOR DE LAS MASAS.
Eso no le impidió tomar con su propia boca la bandera independentista y mantenerla en alto para que los soldados ecuatorianos fueran inspirados a mantenerse en pie de lucha. Ya con los años nos fuimos enterando de a poco que eso jamás fue verdad. Sí que fue un héroe de guerra, y sí que recibió algunos balazos y decidió quedarse en el campo de batalla, pero de ahí a lo otro hay un largo trecho.
A pesar de lo increíble de la historia, nosotros la creíamos. Dirás que éramos niños, pero debes saber que los adultos también la creían. Era parte de nuestra historia. Hoy ya se la enseña de forma diferente.
Así funciona una posverdad. Se manipula una verdad apelando a la emotividad y minimizando la lógica, para conseguir el favor de las masas. Mira cuánto patriotismo se ganaba con la historia de Abdón Calderón.
La posverdad se usa en la política como una estrategia válida. Es detestable, pero real. Vamos ahora por otros ámbitos sociales.
Con todo esto, la sociedad va per diendo su capacidad de pensar. Poco a poco nos enseñan a conformarnos con lo que hay en lugar de pelear por algo mejor.
“Tener ideas propias conlleva más responsabilidades que obedecer los mandatos de otras personas”.
(Michel Foucault)
¿Será que es mejor acomodarse para no tener que pensar? El dilema yace allí. El pueblo de Dios deja de pensar y se inclina por aquel que emocionalmente le parece que es el mejor candidato, aunque haya pruebas contundentes de su historial de desfalcos o abusos de poder (cualquier parecido con la realidad es pura intencionalidad). Pero eso no es todo. El pueblo deja de pensar también cuando elige no considerar la Palabra de Dios, y se deja llevar por los argumentos apoyados por el construccionismo social, inclinándose por estar a favor del aborto o del matrimonio homosexual. Para Sócrates esa premisa era importante. Él decía que no podía enseñarle nada a nadie, pero que sí podía enseñarles a pensar.
¡Cuánta falta nos hace! ¡Mira cuán peligroso es ese dejarse llevar por un discurso emotivo y perder la capacidad de análisis lógico! En la iglesia también sucede que un predicador elocuente nos seduce y olvidamos hacer nuestro propio análisis de lo que estamos escuchando. Tomamos como cierto todo lo que se dice desde el púlpito y dejamos de pensar.
Claro, es más cómodo que alguien piense por nosotros, que alguien lea por nosotros, que investigue por nosotros, para no tener que fatigarnos. La comodidad nos hace ignorantes. Si eres líder o estás en una posición de autoridad, tienes una gran responsabilidad, porque la cultura del pueblo está plagada de posverdades, y la mayoría de personas se creerán lo primero que escuchen y te creerán solo porque así lo sienten.
Las estadísticas de gente de las iglesias que apoya el aborto y la ideología de género, así como el feminismo y otras tendencias son realmente altas, al punto de ser peligrosas. El pueblo perdió su capacidad de análisis y lógica para dejarse llevar por los argumentos que más se gritan. Y así, poco a poco, se va olvidando de alimentarse con la Biblia y se sacia con los argumentos del entorno, con lo que la sociedad le ofrece.
Ten en cuenta que no podemos culpar enteramente al construccionismo social por la forma en que algunos grupos minoritarios lo usan para justificar sus demandas sociales. La teoría dice que debemos respetar a todos los que piensan diferente, porque su criterio es fruto de sus experiencias de vida y cada uno ha decidido darle el valor que ha querido. Pero este concepto no elimina la ciencia o la convicción espiritual. Es decir, hay que respetarlas a todas, aunque no es necesario creer en ellas.
DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Empezaré esta sección con una frase de Kenneth Gergen, precursor del construccionismo social:
“¿Cómo podemos compartir ideas y dialogar para suavizar las fronteras y aproximar a las distintas realidades? Quizás te suene loco lo que te voy a decir, pero… Todos debemos respetar a todos. En eso estoy muy de acuerdo con el construccionismo social. Respetar a todos, tanto en sus creencias, como en su forma de vida.
Debemos respetar a los que apoyan el aborto, a los homosexuales, a las feministas, a los políticos corruptos, a los mentirosos y a los que hacen maldades. A todos. Eso es lo que la Biblia nos manda a hacer. Amar al prójimo, aunque piense diferente, aunque su conducta sea reprochable, aunque tenga una fe distinta, debemos amarlos a todos.
Pero pastor, dirán algunos, ¿no es eso aceptar la forma en que viven? No, no es aceptar sus decisiones ni acoger sus creencias.
Es ser como Jesús. Cuando una persona no ha tenido un encuentro real con Cristo, sus ideas y creencias van a ser disparatados intentos por entender el mundo, pero aquel que se ha encontrado con Dios de forma personal a través de la persona de Jesús, es impactado y empieza a tomar decisiones por sí mismo.
Pero pastor, debemos ir a convencer a todos sobre el amor de Dios. No, no debemos convencer a nadie. Debemos amar como Él nos amó. El convencimiento no viene a una persona por lo bien que le hablemos de Jesús, por lo bonito de la música o por lo elocuente de la palabra expuesta en una reunión.
El convencimiento viene por la obra del Espíritu Santo en la vida de una persona. Nosotros no podemos convencer a nadie de nada. Podemos intentarlo, pero no es nuestra labor. Podemos presentar una defensa cuando nos demanden razones (1 Pedro 3:15), pero no necesitamos convencer a nadie. Solo amar.
¿Eso nos hace incapaces de pensar?
De ninguna manera. Debemos ser mansos como palomas, pero astutos como serpientes (Mateo 10:16). Debemos plantear estrategias para saber cómo manejarnos en el mundo, para saber elegir gobernantes, para saber a quién creer y de quién desconfiar.
Entonces, ¿no debemos oponernos a los que nos denigran? La respuesta a esa pregunta es simple. Si ellos nos denigran, nosotros no vamos a hacer lo mismo que ellos porque nos pareceríamos a ellos. Si queremos parecernos a Cristo debemos intentar actuar como Jesús. Y sí, soy consciente de que en nuestro ser llevamos un celo por las cosas de Dios y que es muy incómodo, al punto de la ofensa, cuando alguien habla mal de nuestro Dios. Allí entra la compasión. Se están oponiendo al Dios de dioses. Tengamos compasión de ellos. Pero pastor, ¿no está diciendo con eso que debemos callarnos y no hacer nada?
Claro que no. Una cosa es la actitud con la que tomamos el asunto y otra cosa es la asignación que tenemos de parte de Dios. La actitud correcta nos hace amar y es una muestra de madurez espiritual y de intimidad con aquel que es lleno de misericordia.
Pero la asignación es otra cosa. Algunos relacionan la asignación con el llamado. Puede ser. Hay relación.¿Qué es la asignación? Se trata del acto y resultado de asignar, indicar, establecer aquello que corresponde. Es un término de uso común en el ámbito militar, cuando a un miembro de la fuerza se le asigna una tarea específica y se le otorgan las capacidades e información necesarias para cumplirla.
Todos tenemos una asignación dentro de los planes de Dios. Y las asignaciones van de los proyectos más desafiantes hasta los propósitos más loables. No hay asignación grande o pequeña, ninguna es más o menos importante que otra. Todas forman parte de un engranaje espiritual que Dios usa para juntar las piezas y armonizarlas en un gran propósito global.
Algunos tienen la asignación del gobierno y la política. Deben ir en pos de ella. Otros tendrán una asignación artística, y por medio de ella harán retumbar a las tinieblas. Hay asignaciones para la educación y para las finanzas. Otras para la familia. Algunos reconocen estas áreas como “esferas de la sociedad”; otros le han colocado el nombre de “montes”.
Ejemplos reales:
Andrés Panasiuk tiene una asignación en las finanzas, y su labor es vital para el mundo y la sociedad, no solo para la iglesia. Sixto Porras es reconocido por su ministerio en favor de la familia.
Mira la gente que ha sido comisionada por Dios para formar organizaciones en favor de los niños como Compassion International y World Vision. ¡Hey Álex!, sé que tienes una asignación para las artes y continuamente hablas de ello. Oro para que la creatividad que has recibido del Eterno sea multiplicada al ciento por uno.
La historia de José, hijo de Jacob, en el libro del Génesis, nos narra la asignación de gobierno que tenía este personaje desde muy pequeño. A Jonás se le dio la asignación de predicar el arrepentimiento en Nínive. Samuel tenía la asignación de ungir reyes para el pueblo de Dios. Pablo tenía una asignación hacia los gentiles.
¿Cuál es tu asignación?
Algunos estarán llamados a ministrar y acompañar a los que luchan con la homosexualidad, otros a legislar con sabiduría, otros a fortalecer los valores familiares, otros a alcanzar a los jóvenes, otros a reformar el ámbito educativo y otros tendrán puertas abiertas en el mundo del cine y del entretenimiento.
Toda asignación tiene que ver con nuestro llamado y propósito en este mundo, y si solamente nos acomodamos a dejar que otros nos dirijan, perderemos la oportunidad de cumplir con ese propósito eterno. A la sociedad le hace falta tu criterio, tus consejos, tu voluntad y tu fuerza, es decir, lo que Dios te haya entregado. Puede ser más fácil y cómodo no tener que tomar decisiones importantes y que otros las tomen por nosotros, pero eso nos aleja del diseño de Dios.
La primera asignación que el ser huma no recibió y que todos heredamos fue la que recibió Adán. Y esa asignación tenía algunas aristas: Ejercer un dominio santo y puro sobre los animales y la creación. Tener muchos hijos, llenar toda la Tierra y administrarla.
Quizás tener una asignación te parezca algo loco, demasiado grande e importante como para que Dios pueda fijarse en ti. Para algunos, su asignación será cuidar y discipular un grupo pequeño, para otros pastorear y discipular a una familia. Recuerda que ninguna asignación es pequeña o grande, y que todas tienen propósitos eternos.
Te animo a ir hacia el cumplimiento de tu propósito. Escucha el llamado, la voz de Dios, el impulso para ir hacia aquello que en tu interior sabes que te espera. ¡Ve por ello!
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Tomado con licencia de la revista LIDER 625, edición 03, “La Generación Online” Pag. 28.
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