Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. (Mateo 5.13)
Jesús, al igual que en otras ocasiones, escogió un elemento común en la vida de los israelitas para ilustrar la influencia que debe ejercer un discípulo en el mundo. La sal tenía, en la antigua Palestina, dos funciones principales. Se la usaba para darle gusto a la comida y como medio para preservar de la descomposición a la carne. También estaba incluida en algunas de las ceremonias religiosas en el templo, atribuyéndole un significado purificador. La sal que usaban los israelitas provenía de las orillas del Mar Muerto. Por estar mezclada con otros minerales, no contenía la misma pureza que otras sales, pero era fácilmente accesible.
Cristo comparó la función de los discípulos en el mundo con el uso de la sal. En primer lugar, debemos notar que la sal es enteramente diferente a la comida y mantiene su sabor distintivo al ponerla en los alimentos. No adquiere el sabor de la comida a la cual se la agrega, sino que la comida queda saborizada por la presencia de la sal. De la misma manera, un discípulo de Cristo debe poseer una vida distintiva, diferente a la de las personas a su alrededor. Cuando participa de actividades y eventos que le llevan a tener contacto con la gente del mundo, el discípulo debe claramente contagiar a otros sus principios y conductas. De ningún modo debe el discípulo adquirir el «sabor» del mundo.
En segundo lugar, la influencia de la sal en la comida se da simplemente por su presencia en ella. Cuando la sal es mezclada con los alimentos, no reacciona de manera particular para producir el sabor salado. El sabor se debe al hecho de que está presente en la comida. Del mismo modo, un discípulo no se dedica a realizar actividades especiales para «salar» a los de su alrededor. La acción de salar no se programa, sino que es el resultado de un estilo de vida cuya acción es permanente, pero no deliberada.
En tercer lugar, debemos notar que la sal es más efectiva cuando se la pone en la medida justa. Si se echa demasiada sal en la comida no se la podrá comer. De la misma manera la presencia del discípulo en el mundo es más efectiva cuando su testimonio se produce en forma natural y espontánea, como parte de su experiencia cotidiana. Ciertos sectores de la iglesia se han dedicado a instar a sus miembros a una actitud de permanentes prédicas de condenación hacia los que no están en Cristo. En la mayoría de los casos, solamente consiguen poner a las personas en contra del evangelio.
Por último, la sal se utilizaba para evitar el proceso de descomposición de la comida, especialmente la carne. La presencia de la iglesia en la sociedad debe ser un factor que preserva al hombre de la podredumbre natural que produce el pecado. Donde están los hijos de Dios, se debe ver la acción redentora del Señor.
Para pensar:
La sal solamente sirve mientras sea sal. Al dejar de cumplir la función de sal deja de tener razón de ser.
Tomado con licencia de:
Shaw, C. (2005) Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.
Comentarios