¿Por qué Dios quiere que como Iglesia seamos la SAL para esta sociedad?

1. Porque la sal sirve para PRESERVAR

La preservación es un concepto fundamental en la Biblia y se refiere a la capacidad de mantener algo en su estado original o existente. En el contexto de la Iglesia como sal de la tierra, la preservación implica proteger y mantener la sociedad libre de pecado y corrupción moral. Algunos versículos bíblicos que nos ayudan a ampliar este concepto son:

Salmos 121:7-8: “El SEÑOR te protegerá de todo mal; El guardará tu alma. El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre”. Este versículo muestra cómo Dios preserva a sus seguidores, protegiéndolos del mal. De manera similar, la Iglesia también debemos esforzarnos para preservar los principios y valores de Dios.

“la discreción velará sobre ti, el entendimiento te protegerá”. (Proverbios 2:11)

La sabiduría y el entendimiento son herramientas que Dios da a sus seguidores para ayudarles a evitar el pecado y la corrupción. La Iglesia, como sal de la tierra, debe usar su sabiduría y entendimiento para guiar a la sociedad hacia la justicia.

“Tu justicia es como los montes de Dios; tus juicios son como profundo abismo. Tú preservas, oh SEÑOR, al hombre y al animal”. (Salmos 36:6)

“Porque el SEÑOR ama la justicia, y no abandona a sus santos; ellos son preservados para siempre, pero la descendencia de los impíos será exterminada”. (Salmos 37:28)

Aquí se muestra que Dios preserva a aquellos que son justos y siguen sus caminos. La Iglesia, por lo tanto, tiene el deber de promover la justicia y guiar a las personas hacia los caminos de Dios. Por eso, la tiene un papel crucial en la preservación de la sociedad, al igual que la sal preserva los alimentos.

2. Porque como la sal podemos añadir sabor “INFLUENCIAR” a la sociedad

La Influencia Positiva es un concepto que se refiere a cómo la Iglesia, al igual que la sal, puede añadir sabor a la sociedad, aportando sabiduría, amor y justicia. La Biblia dice:

Mateo 5:13-16: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa”. Como seguidores de Cristo, también tenemos un papel importante como sal de la tierra y luz del mundo, y estamos llamados a influir positivamente en la sociedad.

“El hierro afila el hierro, y un hombre afila a otro”. (Proverbios 27:17)

“Teniendo una buena conciencia, para que, cuando seáis calumniados, los que injurian vuestra buena conducta en Cristo queden avergonzados”. (1 Pedro 3:16)

“Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.” (Romanos 12:2)

Estos versículos nos llaman a los creyentes a no conformarnos con el mundo e influir positivamente en él a través de una vida transformada. También nos muestran cómo la Iglesia puede servir como una influencia positiva en la sociedad, al igual que la sal añade sabor a los alimentos.

3. Porque como sal cumplimos un PROPÓSITO para el cual es usada.

Que haya mencionado esto una persona que no profesa ningún tipo de creencia, llama más la atención. Pero como iglesia nuestro propósito no solo es cuidar nuestros “principios morales”, sino compartir a Jesús, hablar de su evangelio y acercar a cuantas más personas se pueda a los pies de Cristo. Este debe ser un objetivo principal de todo cristiano: “que la gente a mi alrededor pueda arrepentirse y reciba salvación como lo hemos hecho nosotros.” La Biblia dice:

La Iglesia, como la sal, cumple un propósito vital en la sociedad. Un político en Colombia mencionó en cierta ocasión:

“la iglesia evangélica son el remanente de los principios morales que nos quedan en el país”

“Que vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona”. (Colosenses 4:6)

“Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos, y estad en paz los unos con los otros”. (Marcos 9:50)

Estos versículos muestran cómo los creyentes pueden usar sus palabras para edificar a otros, al igual que la sal mejora el sabor de los alimentos. Como creyentes debemos hablar y actuar de manera que atraigamos a las personas hacia Dios, ya que todos somos llamados a cumplir este propósito.

Además como lo mencionó el pr. José González “Todos somos llamados por Dios a asociarnos con Él en la redención de este mundo”.

Cada uno de los que somos hijos de Dios, hemos sido enviados a conquistar por lo menos uno de los “Montes de Influencia”. ¿A cuál te ha enviado a vos? Familia, Escuela, Empresa, Gobierno, Medios de Comunicación, Cultura, Iglesia.

José González

Algunas recomendaciones si eres el primer lector

• Te invito a experimentar un diálogo con Dios, hablale como un hijo(a), no desistas tu oración e incluye “que sea tu voluntad” dentro de tus palabras. Él estará feliz de escucharte. 

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