“Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos” (Hechos 12:7).
Pedro, en esta oportunidad, se encontraba encarcelado por la gran persecución que se había desatado contra los cristianos. Lo habían encerrado, habían puesto cuatro grupos de soldados para custodiarlo y, como si fuese poco, le colocaron cadenas para que no pudiera escapar.
En esta circunstancia la iglesia oraba sin cesar por él. En respuesta a su oración Dios envía un ángel que va a traer la libertad y, milagrosamente, Pedro va a ser liberado.
Este incidente nos permite observar, en un sentido figurado, que cuando llegamos al Señor tenemos muchas ataduras en nuestra vida de las que tenemos que ser libres. Podemos estar en cárceles espirituales donde estamos presos del pecado, del dolor o del odio sin saberlo.
Entramos en un proceso donde vamos renunciando y entregando todo lo que nos ata para poder experimentar una completa libertad.
Jesucristo vino a traernos libertad.
Desafío de hoy: Revisa qué cosas aún siguen atando tu vida, escríbeas, expónelas delante del Señor, y serás completamente libre. Verás las cadenas caer y las puertas de las cárceles abrirse. Si no puedes solo, pide ayuda, habla con tu líder o con tu pastor, pero no te quedes encerrado.
- Josué 11:1-40 | (Leer)
- Josué 12:1-15 | (Leer)
- Hechos 12:1-25 | (Leer)
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