“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Romanos 13:1).
¡Cuánto nos cuesta someternos! Someterse significa “aceptar la autoridad de otro”, y la Biblia en este sentido es clara: nos guste o no, estemos de acuerdo o no, es necesario aceptarla. ¿Cómo respetaremos a un Dios que no vemos, si en nuestro diario vivir nos cuesta respetar a las autoridades que Él puso en esta tierra? Ahora bien, una cosa es respetar y aceptar, y otra cosa es obedecer. A los hijos igualmente se les habla de obedecer a los padres como sus autoridades. ¿Habrá algún límite en lo que respecta a la obediencia? ¿Cuál será ese límite? Mi punto límite es el pecado, es decir que mi obediencia termina cuando la autoridad me lleva a pecar: mentir, transgredir, robar, etcétera. Recordemos que nuestra primera autoridad a quien tenemos que estar sujetos es la autoridad de la Palabra de Dios. Debemos cada día examinarnos y en todo tiempo orar por las autoridades en vez de quejarnos y desobedecer. Dios nos llevará a lugares impensados, es por eso que debemos estar preparados.
Desafío de hoy: Asume el compromiso de orar por las autoridades de tu país. Clama por hombres y mujeres justos que se levanten a gobernar. Ora también por tus autoridades más cercanas: padres, jefes, directores, para que la luz del Evangelio les resplandezca.
- 1 Samuel 20:1-42 | (Leer)
- 1 Samuel 21:1-15 | (Leer)
- Romanos 13:1-14 | (Leer)
Comentarios