“Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios” (Romanos 14:11).
Cuando entregamos nuestro corazón a Jesús, y nuestros ojos espirituales son abiertos, entendemos la necesidad de compartir esta realidad con nuestros seres queridos. Recuerdo cuando recién me convertí, al volver de la iglesia, generalmente me bajaba del colectivo en el que viajaba, para visitar la casa de alguno de mis conocidos no creyentes, y les compartía lo que recién había recibido en el culto: una palabra, una experiencia personal, un testimonio o una oración. Seguramente vos habrás tenido una vivencia similar. Pero, al pasar el tiempo y no ver fruto en muchos de ellos, es que nos surge un interrogante: ¿Cuándo nuestras amistades, personas que nos rodean y principalmente nuestra familia, llegarán a los pies de Jesús?
En la Palabra de Dios hallamos grandes promesas que se cumplirán en nuestras vidas a medida que las creemos y las declaramos. Dios no se olvida de aquellas personas en las que hemos sembrado, por las cuales nos desvelamos orando y clamando para que tengan un encuentro con el creador. ¡No desmayes ni pierdas la fe!
Desafío de hoy: Vuelve a elevar una oración en este mismo momento a favor de aquellos que te rodean y que aún no conocen de Cristo. Recuerda: la oración de fe tiene poder.
- 1 Samuel 22:1-23 | (Leer)
- 1 Samuel 23:1-29 | (Leer)
- Romanos 14:1-23 | (Leer)
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