“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”(Salmo 27:1).
Los temores son indudablemente un mal de este tiempo; podemos ver cómo miles de personas están afectadas. El temor genera todo tipo de desórdenes en el ser humano que afectan su manera de vivir y lo condicionan grandemente. Hoy vemos con demasiada frecuencia hombres y mujeres estresados, con ataques de pánico o de ansiedad. Dios nos creó para vivir la vida sin temor; sin embargo, al alejarnos de Dios, este vuelve a aparecer en nuestras vidas. Existen, por otra parte, cristianos que por traumas o problemas están sumergidos en estos cuadros, pero Dios siempre les da la salida.
David, por ejemplo, tenía muchos motivos para estar atemorizado, lo perseguían injustamente deseándole la muerte, vivía en lugares hostiles, y aun en cuevas en los montes.
Pero, frente a cada situación que le tocaba vivir, recordaba que no había motivo por el cual tener temor, ya que Dios era su fortaleza. Las fortalezas eran lugares que transmitían seguridad por sus muros altos y sus torres; incluso los guardias que las cuidaban, frente a cualquier peligro, daban la voz de alerta.
Recuerda: Dios, simbólica y literalmente, es nuestra fortaleza; si depositamos en Él nuestra confianza no tendremos temor.
Asegúrate cada día de encomendarte en Sus manos y permitirle que guíe tus pasos y tus caminos.
- 1 Reyes 1:1-53 | (Leer)
- 1 Reyes 2:1-46 | (Leer)
- Salmos 27:1-14 | (Leer)
- Salmos 28:1-9 | (Leer)
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