“Mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores” (Salmo 31:14-15).
La impuntualidad es muy molesta y fastidiosa para aquel que la experimenta. Todos nos podemos retrasar por un contratiempo, un embotellamiento, un accidente, un choque, un colectivo que perdimos… pero qué malo es vivir llegando tarde.
Nosotros podemos ser puntuales o impuntuales, pero nuestro Dios nunca llega tarde. Él siempre llega a tiempo. Los tiempos de Dios no suelen ser nuestros tiempos, Dios mira otras cosas que nosotros no podemos ver. Esta generación todo lo quiere al instante, pues la vida nos ha llevado a que todo sea ahora, al momento. Es la generación del microondas, pero hay cosas que necesitan tiempo. Lo que requiere tiempo se valora y se disfruta de otra manera. Una comida elaborada, un trabajo bien hecho, un estudio que lleva sus años, son algunos ejemplos entre lo inmediato y lo que lleva tiempo.
Dios está tratando con nuestras vidas, quizás con nuestra paciencia, con nuestro carácter, con nuestras emociones, con nuestro corazón. Nada de esto nace de la noche a la mañana, sino que requiere tiempo.
Reflexiona: Frente a esta verdad solo podemos concluir que Dios está obrando Su perfecta voluntad, y a Su tiempo la manifestará y saldrá a la luz. Espera en Él y va a conceder las peticiones de tu corazón.
- 1 Reyes 5:1-18 | (Leer)
- 1 Reyes 6:1-38 | (Leer)
- Salmos 31:1-24 | (Leer)
- Salmos 32:1-11 | (Leer)
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