“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Salmo 42:5).
En ocasiones atravesamos problemas familiares, en la salud o en nuestra economía; dificultades con los hijos, con amigos, con compañeros de trabajo, que nos llevan más de una vez al abatimiento de nuestra alma. Esto es lo que le sucedió también a David. Sin duda, él era un hombre de guerra, esforzado, valeroso. En él estaba el Espíritu de Dios, sin embargo, su humanidad por momentos se levantaba, y sus dudas se hacían poderosas en él.
Todos pasamos por momentos turbulentos en los que somos sacudidos y nuestra fe o nuestra razón van a inclinar la balanza en nuestra vida. Pero debemos entender que esos son los mejores momentos para buscar a Dios, cuando nos sentimos quebrantados y abatidos, pues Él nos fortalecerá, saldrá a nuestro favor y bendecirá nuestra vida.
Solamente ocúpate de alabarlo todos los días de tu vida, porque Él se glorificará delante de la adversidad. ¡Espera en Dios y Él hará!
Desafío de hoy: El alma de David estaba abatida y turbada. Toma un momento para identificar el estado de tu alma. ¡Ordénale, como lo hizo el Salmista, que espere en Dios! Toma el control de tus emociones y no permitas que estas te dominen.
- 1 Reyes 15:1-34 | (Leer)
- 1 Reyes 16:1-34 | (Leer)
- Salmos 41:1-13 | (Leer)
- Salmos 42:1-11 | (Leer)
Comentarios