“Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel” ( Salmos 121:2-4). ¡Qué convicciones poderosas tiene el Salmista! Las mismas que debiéramos tener todos los que somos llamados hijos de Dios. Primeramente reconocer a Dios como nuestra fuente de ayuda frente a toda necesidad. Si fue capaz de crear algo tan extraordinario como los cielos y la tierra, cómo no cuidará de nosotros. En segundo lugar, tener la certeza de que no nos permitirá caer; siempre que en nuestro corazón esté la voluntad de rendirnos a Él, Su ayuda vendrá. Tal vez estés atravesando un tiempo de prueba en algún área. Las pruebas generalmente nos ayudan a comprobar la fidelidad de Dios. Cuando los niños o los jóvenes tienen que dar un examen en la escuela o la facultad, deben prepararse de acuerdo a su nivel. Obviamente no será lo mismo un examen en cuarto grado de primaria, que en el tercer año de una carrera universitaria. Pero todos, sin duda, deben esforzarse. En la vida cristiana sucede algo similar. Las pruebas de la vida nos irán acompañando en cada etapa; algunas serán más sencillas de atravesar, otras mucho más difíciles. Pero si nuestro esfuerzo por hacer la voluntad del Padre está presente, con la ayuda incondicional de Dios saldremos aprobados y en victoria. Desafío: ¿Estás pasando una prueba? Decláralo una y otra vez: ¡Mi socorro viene de Jehová!
- 2 Crónicas 27:1-9 | (Leer)
- 2 Crónicas 28:1-27 | (Leer)
- Salmos 120:1-7 | (Leer)
- Salmos 121:1-8 | (Leer)
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