“Y se purificaron los sacerdotes y los levitas; y purificaron al pueblo, y las puertas, y el muro” ( Nehemías 12:30) ¿Te diste cuenta de que aunque Dios haga milagros extraordinarios para que la gente lo conozca, las personas inconversas suelen atribuir lo que ven o experimentan a otras cosas? Por ejemplo, si ocurre un milagro en un estudio médico, los especialistas dicen que fue un error en el estudio anterior. O si alguien se salva milagrosamente de la muerte, dicen que fue cosa del destino… Es que el ser humano tiende a racionalizar todo, cuando en realidad las cosas espirituales y los milagros no tienen explicación alguna. Ahora bien, en medio de su pueblo, Dios se mueve de una manera un tanto diferente. La Palabra afirma que sin santidad es imposible agradar a Dios ni ver Sus maravillas. ¿Por qué afirmamos esto? Porque Él es Santo, tres veces santo. Por lo tanto, para ver sus prodigios y milagros es necesario que nos santifiquemos, tal como lo hizo el pueblo en épocas de Nehemías. Se santificaron los siervos de Dios, el pueblo ¡y hasta el muro y las puertas para ver a Dios obrar! Desafío: ¿Estás necesitando ver lo extraordinario en tu hogar? Comienza con santificarte y dedicar a cada integrante de tu familia y aun ¡tu misma casa! Ora en ella, derrama aceite en los lugares de acceso, en las puertas, en las ventanas y declará que cada persona que entre a tu hogar será santa para Dios. ¡Te aseguro que verás lo milagros de Su parte!
- Nehemías 11:1-36 | (Leer)
- Nehemías 12:1-47 | (Leer)
- Salmos 149:1-9 | (Leer)
- Salmos 150:1-6 | (Leer)
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