“¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” ( 2 Corintios 6:16). El Apóstol Pablo habla en reiteradas oportunidades acerca de la vida del creyente como templo del Espíritu Santo. Pareciera que, con el correr del tiempo, los cristianos olvidamos esta verdad, y en ocasiones nos ajustamos mucho más a costumbres religiosas externas, como sucedía en la época del Señor, que ponían su foco en lavarse las manos, por ejemplo, pero su corazón estaba ennegrecido. En esta época, en la que se nos sugiere lavarnos bien las manos para evitar contagios de virus que puedan coexistir, qué bueno es pensar en lavar nuestro corazón de todo aquello que pueda contaminarnos. No basta con ir a la iglesia, servir o adorar a Dios, también hay que despojarse de todo ídolo que quizás haya en el corazón. Un ídolo sugiere aquello que ocupa el primer lugar en tu vida y despoja al Señor del centro de tu corazón. Este es un excelente día para limpiar nuestra vida, nuestro templo, y renunciar a aquello que nos contamina. Desafío: Somos templo del Dios viviente, debemos permanecer con un corazón humilde y santo delante de su presencia. El Dios todopoderoso está esperándonos para abrazarnos y guiarnos en Sus caminos. Caminos de bien, caminos de paz, caminos de verdad y rectitud. ¡Nada mejor que estar en Sus brazos!
- Isaías 42:1-25 | (Leer)
- Isaías 43:1-28 | (Leer)
- 2 Corintios 6:1-18 | (Leer)
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