“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” ( 2 Corintios 8:9). El Apóstol Pablo en este capítulo se toma un momento para enseñarles a los corintios, acerca de la importancia de dar para la ofrenda. Y llama poderosamente mi atención que en el relato hace un alto y menciona al Señor, el cual siendo rico se hizo pobre para que nosotros fuéramos enriquecidos. ¡Cuánto amor! ¿Quién en esta vida renunciaría a todo lo que tiene para que otro lo obtenga? Solo alguien que ama profundamente y que está entregado por completo a ese amor… He escuchado en varias oportunidades hablar acerca de la famosa “prueba de amor”; “demuéstrame que me quieres”, se escucha susurrar en varias relaciones… Si observaras que una persona es capaz de renunciar a todo: dinero, reconocimientos, estatus social, etcétera, simplemente porque te ama, ¿cómo reaccionarías? Probablemente te rendirías por completo a ese amor, sería inevitable, ¿verdad? Quiero decirte que de esa clase de amor es la que habla el apóstol Pablo: por amor a nosotros, Jesús lo dejó todo y vino a este mundo para que tú y yo fuéramos enriquecidos. Creo que es tiempo de dejar atrás nuestro egoísmo que nos lleva a retener parte de nosotros, y definitivamente entregarlo todo a Jesús, nuestro tiempo, nuestro presente, nuestros sueños… Decirle: “Señor, como lo diste todo por mí, yo quiero darlo todo por Ti”. Desafío: ¿Estás dispuesto hoy mismo a hacer esta oración? Será una oración arriesgada y poderosa. ¡Adelante, Dios te escucha!
- Isaías 46:1-13 | (Leer)
- Isaías 47:1-15 | (Leer)
- 2 Corintios 8-24 | (Leer)
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