“En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según su voluntad. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa…” ( Efesios 1:11, 13) Antes de conocer a Dios nuestras vidas estaban vacías, sin sentido y sin dirección, pero cuando nos encontramos con quien nos creó, se despertó en nosotros el sentido de pertenencia; fue así que descubrimos quiénes realmente somos. Él nos dio un propósito en la vida y la seguridad de ser Sus hijos, Sus herederos. ¡Somos hijos! ¡Somos herederos! Cuando hablamos de herencia nos referimos a un conjunto de bienes, derechos y obligaciones que adquiere una persona. Pero la herencia de Cristo no tiene que ver con bienes materiales, sino más bien espirituales. Saber que somos hijos amados nos da la paz y la fortaleza para enfrentar todas las adversidades. Haber encontrado el sentido a la vida nos da la fuerza para hacer la voluntad de Dios. También afirma esta palabra que fuimos predestinados, es decir elegidos, por Dios para ser parte de esa bendición. Y por haber creído fuimos sellados, es decir, marcados por el Espíritu Santo. Reflexiona: ¿Cuál será el propósito de ese sello? Que recordemos que somos suyos; un sello de pertenencia, que le recuerde a Satanás que no nos puede tocar; un sello de santidad; un sello que determine que somos herederos y que algún día el Señor regresará por nosotros para llevarse lo que es Suyo. ¡Amén!
- Jeremías 4:1-31 | (Leer)
- Jeremías 5:1-31 | (Leer)
- Efesios 1:23 | (Leer)
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