“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:15-17). La Palabra nos anima a desechar la necedad y andar como sabios. La sabiduría, según su definición, es una “cualidad atribuida a quien posee una gran cantidad de conocimientos y se distingue por usarlos con prudencia y sensatez”. Podemos entonces comprobar que existe una gran diferencia entre el conocimiento y la sabiduría. Resulta claro cómo podemos poseer conocimiento: basta con leer mucho, estudiar, memorizar y probablemente lo habremos logrado; pero usar esos conocimientos con prudencia y sensatez se convierte en todo un desafío. Ahora bien, el adquirir sabiduría me dará la posibilidad de cambiar. Cambiar aquellas cosas que están mal en mi vida, las que puedo ver y las que no logro darme cuenta, pero que allí están. Todos, sin excepción, necesitamos sabiduría para atravesar cada una de las situaciones que la vida nos presenta, sabiduría a la hora de tomar decisiones; sabiduría para no confundirnos; para no perder el gozo; para tratar a los demás. Cuando notamos cambios favorables viene a nuestro corazón un gozo que inunda todo nuestro ser; es la alegría de saber que, junto con el avance de la edad cronológica, vamos creciendo en todas las áreas. Desafío: Nuestro gran desafío será no solo medir nuestros cambios, sino trabajar sobre aquellas áreas que aún debemos desarrollar. ¡No andemos como necios, sino como sabios!
- Jeremías 12:1-17 | (Leer)
- Jeremías 13:1-27 | (Leer)
- Efesios 5:33 | (Leer)
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