Día 297: “El único Dios”

 Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” ( 1 Timoteo 1:15-17). ¡Qué Dios tan maravilloso tenemos, que sin merecerlo nos vino a rescatar y con Su amor nos ha hecho dignos de ser llamados Sus hijos! Todos somos pecadores, y todos necesitamos Su perdón; para esto vino Jesús: a llamar a los pecadores al arrepentimiento y a volverse a Él de todo corazón. Jesús es el Hijo Unigénito del Padre, el Único Dios, quien dejó Su trono y se vistió de corrupción; tomando forma de hombre se hizo semejante a nosotros para salvarnos. Es el acto de amor más grande de la historia, más grande de toda la humanidad. Esto lo hace digno de toda alabanza y adoración, por esto brota de nuestro interior el deseo de adorarlo y alabarlo. Solo Él es digno, y ahora podemos comprender por qué toda la tierra le alaba, la creación le alaba, los cielos cuentan Su gloria, los ángeles le adoran de noche y de día. Cada vez que nos reunimos en una celebración pública o por Internet lo hacemos con el deseo de alabar Su santo y bendito nombre junto a toda la congregación de los santos. Reflexiona: ¿Estamos tomando conciencia del porqué alabamos a Dios? ¿Lo hacemos de corazón? Oro para que el sacrificio de Cristo se ilumine en ti, para que la alabanza y la adoración broten cada día de tu corazón.

• Jeremías 48:1-47 | (Leer)
• Jeremías 49:1-39 | (Leer)
• 1 Timoteo 1:20 | (Leer)