“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” ( 1 Timoteo 2:1-4). Pablo nos anima a orar por todos los hombres, todos los reyes y los que están en eminencia. Hay una responsabilidad de la iglesia, sin importar el partido político de turno, de orar por las autoridades. Esto no implica estar de acuerdo con las decisiones o las políticas sociales o económicas que tomen, las leyes que envíen al Congreso o si nos caen bien o mal. Recordemos que toda autoridad es dada y puesta por Dios para que se cumpla Su voluntad en la tierra y en cada país. Cuando oramos por ellos lo hacemos con la finalidad de que les vaya bien y tomen decisiones correctas y se rodeen de las personas idóneas. Si lo hacemos con fe y de corazón lograremos que el resultado sea vivir quieta y reposadamente. Más allá de lo que nos toque vivir, queremos que todo sea en paz. Dios sigue siendo quien pone reyes y saca reyes, y su voluntad se cumplirá en la tierra como en el cielo. Desafío: Oremos por nuestras autoridades municipales, gubernamentales y nacionales, pidamos a Dios que les dé sabiduría y que se vuelvan a Él. ¡Vivamos en paz!
- Jeremías 50:1-46 | (Leer)
- Jeremías 51:1-64 | (Leer)
- 1 Timoteo 2:15 | (Leer)
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