Día 301: “El oro que no se ennegrece”

 “¡Cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles” ( Lamentaciones 4:1). El oro es uno de los materiales más apreciados y más duraderos que existen en el mundo. La humanidad, desde muy temprana edad, ha hecho todos los esfuerzos posibles por conseguirlo y acumularlo en busca de la estabilidad, la seguridad y el confort. Tener este material puede que ayude mucho, pero no puede darnos todo lo que necesitamos. No todo en la vida depende de los bienes que tengamos. Puedes tener un excelente plan medicinal, pero este no puede garantizarte la salud permanentemente; puedes comprar una casa maravillosa, moderna y grande, pero no puedes comprar un hogar. Hay cosas que definitivamente no pueden comprarse con dinero. Por eso es que tenemos que poner nuestra mirada en las cosas eternas que no se ennegrecen ni cambian, que no pierden su brillo, y que serán las que permanezcan para siempre. Jesús lo explicó de esta forma: “No se hagan tesoros en la tierra, sino más bien en el cielo”, expresando los peligros que conlleva, y a la vez lo inútil que termina siendo el gastar toda nuestra vida en hacer y acumular bienes si perdernos el propósito eterno de Dios. Recuerda: Hay un propósito más alto, hay un plan más excelso, y no es terrenal sino más bien espiritual y eterno. ¿Dónde estás teniendo tus tesoros? Jesucristo es y será nuestro gran tesoro.

  • Lamentaciones 4:1-22 | (Leer)
  • Lamentaciones 5:1-22 | (Leer)
  • 1 Timoteo 5:25 | (Leer)

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