“Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad” ( 3 Juan 1:3-4). En estos versículos de la tercera carta de Juan podemos trasladarnos por un segundo al corazón del autor. Este siervo de Dios estaba feliz y orgulloso por la conducta de su discípulo Gayo; reconoce su vida porque su comportamiento es intachable. El gozo de Juan se basa en el hecho de que su discípulo estaba yendo por el buen camino, su corazón era recto y su firmeza en la fe era admirable. Su reconocimiento tenía muchos fundamentos, su ejemplo hablaba por sí solo. La honra a la vida de Gayo era por sus acciones que mostraban un corazón de siervo. La gente daba testimonio de su conducta y Juan se regocijaba por esto. La gran pregunta es: ¿Nuestras conductas también son dignas de ser honradas? La inmediata reflexión es que ninguna acción viene sin consecuencia. Dios, nuestro Papá, se siente orgulloso, así como Juan lo estaba de Gayo, cuando decidimos dejar todo y seguirlo de manera inquebrantable. Hay claras evidencias de que elegir a Dios tiene hermosas consecuencias, la decisión final es nuestra, la elección del camino es determinante; debemos decidir seguir a Jesús o caminar sin Él. Desafío: El desafío de hoy es que puedas sentir ese abrazo y esas palabras de alegría, esa extraordinaria sensación de saber que el Padre está orgulloso de tu trabajo.
- Amos 6:1-14 | (Leer)
- Amos 7:1-17 | (Leer)
- 3 Juan 1:1-15 | (Leer)
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