“Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala” ( Zacarías 3:4). Cada vez que somos invitados a una fiesta nos preparamos para lucir de la forma más elegante posible, cuidando nuestra imagen. A diferencia de un día cotidiano, dedicamos más tiempo en el arreglo de nuestro peinado, buscamos accesorios que combinen con nuestro atuendo, y hasta quizás lucimos ropas nuevas, acordes al acontecimiento al que fuimos invitados. Al momento en que fuimos convidados del amor de Jesús, literalmente, nuestra imagen y aspecto visual fueron transformados. Nuestro semblante se vistió de Su luz y nuestro corazón se limpió de todos los errores, culpas, resentimientos y malas decisiones que se reflejaban hacia el exterior. Dios nos ha revestido con ropas de gala, no con cualquier indumentaria. Somos Sus invitados especiales, nos ve con ojos de agrado y espera que cada día acudamos al gran banquete al que se nos invitó. Tomate a diario un tiempo para poder cuidar tus ropas nuevas con las que Dios te ha vestido, perdonando, amando, renunciando a ti mismo y llenándote de Su persona, para que cuando te miren puedan ver a Aquel que te quitó tus vestiduras viles y te vistió con ropas de gala. El mejor diseñador de los diseñadores te reviste de Su amor, de Su paz y de Su hermosura. Desafío: ¡No vuelvas atrás, Cristo ya te revistió!
- Zacarías 3:1-10 | (Leer)
- Zacarías 4:1-14 | (Leer)
- Apocalipsis 15:1-8 | (Leer)
Comentarios