“Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor” (Lucas 2:22).
El mandato recibido por la Ley de Moisés era que todo niño debía ser consagrado a Dios apenas después de haber nacido, fue así que los padres de Jesús lo cumplieron. Nuestra descendencia es un regalo de Dios, y la Biblia dice que herencia de Jehová son los hijos. Estos desde temprana edad no solo deben ser consagrados a Dios, sino también formados en sus caminos. Tenemos tan poco tiempo para hacerlo, el tiempo pasa tan rápido, que cuando nos queremos dar cuenta crecieron y se están yendo de casa. Ya sea a estudiar o bien porque conocen a alguien y se casan.
Tenemos la oportunidad de marcar sus vidas, y para esto se requiere tiempo de calidad. Al menos con treinta minutos diarios escuchándolos, orando con ellos o jugando, vamos a construir una relación para toda la vida.
También por medio del ejemplo marcaremos sus vidas; un niño no se forma con sermones de sus padres o comparaciones tediosas, sino más bien con el ejemplo.
Lo que vean hacer a sus padres eso harán. Serán buenos esposos, buenos padres y personas honradas, si tuvieron la oportunidad de verlo y luego aprenderlo en sus hogares.
Desafío del día: Te invito a que te preguntes: ¿Estás dedicándole tiempo de calidad a tus hijos? ¿Estás dándoles un buen ejemplo?
Nunca es tarde, hoy mismo planéalo y establécelo como un hábito.
- Levítico 1:1-17| (Leer)
- Levítico 2:1-16| (Leer)
- Lucas 2:1-52 | (Leer)
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