“Si alguno pecare por haber sido llamado a testificar, y fuere testigo que vio, o supo, y no lo denunciare, él llevará su pecado” (Levítico 5:1).
Estamos viviendo en medio de la sociedad del “no te metás”. La indiferencia y el temor son factores preponderantes que llevan a las personas a no intervenir en situaciones cotidianas, como el acoso en un transporte público, el hurto, un accidente, etcétera. Si fuimos testigos involuntarios debemos con valor declarar lo que hemos visto, y buscar que se haga justicia en cualquier circunstancia. La Palabra declara:“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados”.
Vivimos en un tiempo muy injusto donde parece que la iniquidad vence por encima de la justicia, y en esto los creyentes genuinos y verdaderos jugamos un papel muy importante.
Por otra parte, ya fuimos testigos del amor, los milagros y la misericordia de nuestro Jesús, y no podemos callar, como lo declararon los apóstoles hace más de dos mil años:“Lo que hemos visto y oído”. Somos testigos de Su gloria y Su poder; por tanto, hablemos con valor del Señor.
Desafío del día: Te animo a que le hables a alguien del amor de Dios. Y, si fueras testigo de una injusticia, no te quedes de brazos cruzados, sino actúa con sabiduría y en el temor de Dios.
- Levítico 5:1-19| (Leer)
- Levítico 6:1-30| (Leer)
- Lucas 4:1-44 | (Leer)
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