“Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová. Y lo dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios. Y te alegrarás en todo el bien que Jehová tu Dios te haya dado a ti y a tu casa” (Deuteronomio 26:10-11).
Qué extraordinario es tener la verdadera actitud a la hora de dar a Dios. Porque ofrendar es, también, adorar al Padre; y la alegría viene al experimentar que nuestra fuente de ingreso surge porque Él está con nosotros.
Es interesante entender que nada se le pasa desapercibido. Vemos, por ejemplo, a David en un Salmo orar y decir que Dios haga memoria de todas sus ofrendas.
Por otro lado, ya en el Nuevo Testamento, un ángel se le presentó a un hombre llamado Cornelio y le dijo que sus oraciones y sus limosnas habían subido para memoria delante de Dios.
Es decir que el Señor recuerda, no se olvida de nuestras ofrendas, de aquellas dadas con un corazón alegre, como un acto de adoración a Aquel que nos dio primeramente todo.
Desafío: Te animamos a que la próxima vez que des tus primicias u ofrendas, lo hagas con la plena conciencia de que no lo estás dando a un hombre o a una iglesia, sino que es a Dios a quien se lo das. Luego que lo hagas, adóralo y agradécele por todo lo que te haya dado a ti y a tu casa. Sus misericordias
- Deuteronomio 25:1-19 | (Leer)
- Deuteronomio 26:1-19 | (Leer)
- Hechos 2:1-47 | (Leer)
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