“Y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes” (Lucas 8:2-3).
En la historia podemos descubrir a algunas de las tantas mujeres que servían al Señor: María Magdalena de la que habían salido siete demonios; Juana esposa de Chuza, quien ocupaba un cargo político importante, y Susana de la que no tenemos mucha referencia. Para la época y la cultura, la mujer estaba muy postergada, su tarea se circunscribía a criar hijos, cuidar a su esposo y a su hogar. Los tiempos han cambiado y ha habido un aceleramiento, y la mujer también ha logrado un desarrollo fuera de su casa. Hoy en día hay excelentes profesionales y emprendedoras mujeres, que incluso tienen un desempeño igual o mejor que el del hombre. Pero, por otro lado, la fuerza más extraordinaria de la iglesia está en la mujer. Su sensibilidad espiritual, su carga por la acción social y el necesitado, entre otras cosas, ha llevado a la mujer a estar verdaderamente empoderada para trabajar a la par del hombre y, en especial, junto a su marido.
Sin dudas, el servicio de la mujer es clave para el desarrollo y crecimiento de la iglesia.
Desafío: Te desafío, si eres hombre, a que le des lugar a tu mujer y que no la menosprecies. Y, si eres mujer, a que con valor y determinación descubras el potencial que Dios depositó en tu vida y lo pongas a Su servicio.
- Levítico 13:1-59 | (Leer)
- Levítico 14:1-59 | (Leer)
- Lucas 8:1-56 | (Leer)
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