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Día 7: Seleccionar los ingredientes correctos

Devocional


Una de las cosas que hace la receta, es enfocarnos. Nos ayuda a seleccionar los ingredientes, de manera que podamos abrazar cosas y descartar otras. El enfoque en este punto es muy importante, pues no solo descartaremos lo que es dañino para nuestras familias, sino también lo que no es conveniente, aunque sea bueno. No todo lo bueno es para mi. Es como un viaje. Voy a la playa llevo sandalias, voy a la montaña, llevo zapatos de trekking.

La discusión a veces no es sobre bueno o malo, sino sobre si es conveniente. 

El aprecio y compromiso de unos por otros es un filtro de gran ayuda en lo que estamos hablando hoy. El aprecio hay de demostrarlo, hay que decirlo, debemos decir a nuestra pareja que le amamos, a nuestros hijos expresarles nuestro afecto y a nuestros padres recordárselo. Que mis hermanos no olviden que venimos de la misma simiente. Si hay algo que hace mucho daño es la falta de demostración de afecto interpersonal, la falta de valoración y reconocimiento es una enfermedad hoy.

La falta de honra hacia el otro daña tanto como el maltrato.

 ¿Cuánto vale tu esposo o tu esposa? ¿Cuánto valen tus hijos o tus padres? El valor de cada uno de ellos es tan grande que Cristo dio su vida por ellos. Y si Dios mismo fue capaz de dar la vida por mi, ¿Cuánto valgo yo? 

Yo no puedo maltratar a la persona que es imagen y semejanza de Dios, así que si pienso en este aspecto de la receta estaré atento a las formas, no me justificaré por arranques o exabruptos, sino que me haré preguntas importantes:  

  • Para preparar lo que quiero servir, ¿debo poner éste ingrediente?  
  • ¿Qué sabor va a dar esto al alimento que me toca a mi servir? 
  • Ahora bien, si mi esposa, esposo, padres, hermanos, hijos valen, ¿Qué significa apreciar? ¿Cómo lo voy a hacer evidente?

En el mundo mercantil apreciar es colocarle un precio, el valor que le corresponde. Nuestra esposa, nuestro esposo, nuestros hijos son un tesoro; la familia es una herencia, un regalo que Dios nos ha dado. Nadie está diciendo que nuestras familias sean perfectas, pero si decimos que si aportamos los ingredientes necesarios mejorará.

¿Cuál es el ingrediente que yo aporto, el cual, si no lo aporto, el sabor de mi hogar no va a quedar igual?

Conforme al conocimiento de quien es el otro, como esposos debemos aprender a conocer a nuestra esposa, conocer a cada uno de mis hijos y eso pasa cuando: 

  1. Pasan tiempo juntos. Es una tremenda necesidad. Todos los miembros de una familia tienen necesidades, de conversar, de descansar, de jugar, afectivas y emocionales, es una larga lista de cosas que deben ser suplidas en la casa, de lo contrario la buscarán en otro lado. Si se cultiva el pasar tiempo juntos, esto perdurará con los años y los hijos se lo enseñarán a sus hijos. 
  2. Pueden resolver los problemas. (Lucas 17:1-2) Todas las familias tienen problemas. No olvidemos que los problemas siempre van a existir y algunos conflictos; por muy maduros que podamos ser, van a aparecer. Con el tiempo las situaciones cambian en una familia, no es lo mismo como cuando somos recién casados, que con el pasar de los años. Nacen los hijos, en el trabajo también hay cambios, todo a nuestro alrededor cambia, los cambios producen crisis. El punto es que los cambios y las crisis requieren ajustes, no debemos dejar ahí los problemas que sigan, debemos enfrentarlos, para ello se requiere de sabiduría, se requiere de Dios. Al enfrentar los conflictos en la vida familiar con la sabiduría de Dios, somos modelos a nuestros hijos, para que cuando tengan su matrimonio aprendan a enfrentar sus propios conflictos; dejando a un lado los modelos del mundo.

    A las dificultades que tenemos en el hogar podemos darle un propósito y hacer que sirvan para algo. El diálogo, el aporte de todos volverá esto posible.

El esposo, la esposa, los hijos, cada uno con sus debilidades y fortalezas, son instrumentos de Dios para fortalecer nuestra fe, carácter y para hacernos modelos para la gloria del Señor.

Lectura Bíblica

"Y ahora, ya que se han purificado mediante su obediencia a la verdad, para amar sinceramente a sus hermanos, ámense los unos a los otros de todo corazón." 1 Pedro 1:22 RVC

"Jesús dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel por quien vengan! Más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino, y que lo arrojaran al mar, que servir de tropiezo a uno solo de estos pequeñitos." San Lucas 17:1-2 RVC

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