“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” ( 1 Timoteo 3:16). La obra de Jesucristo es tan grande y tan conmovedora que el mismo Apóstol Juan declara que los libros de los libros no alcanzarían para describirla. El alcance es inmensurable, y se ha manifestado a nuestras vidas y a nuestros corazones. La piedad es el sentimiento de compasión y misericordia que produce que alguien sufra y padezca por otro. Nuestro buen Jesús se entregó sin reserva y sin límites para rescatarnos y darnos vida y vida en abundancia. Él un día regresará a buscarnos, mientras tanto nos ha entregado la misión de practicar en este tiempo el “ministerio de la piedad” en nuestra generación. Hoy en día, miremos hacia donde miremos, nos sentimos abrumados por el dolor, la angustia y las necesidades de la gente, de tal forma que no sabemos por dónde comenzar. Practica la piedad con el que tengas cerca, extiende tu mano y haz el bien. No te justifiques con tus problemas o necesidades, mirá a Jesús por un momento: nació pobre, en un hogar con muchísimas necesidades, una familia numerosa, Su padre José murió cuando Él era muy joven; no obstante ninguna carencia lo privó de practicar la piedad y entregarse por completo. Desafío: ¿Estamos dispuestos a entregarnos por los demás? ¿Sentimos compasión, al ver la necesidad a nuestro alrededor? Transformémonos en personas piadosas y entreguémonos sin reservas.
- Jeremías 52:1-34 | (Leer)
- Lamentaciones 1:1-22 | (Leer)
- 1 Timoteo 3:16 | (Leer)
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