Este fin de semana pasado Dios nos estuvo hablando sobre la misión que tenemos de llevar el evangelio a todos los que no lo conocen. Dios nos ha llamado y nos ha dado un propósito.
Pero Jehová había dicho a Abram:
Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Génesis 12:1-3 Dios promete bendecirnos, pero si esa gracia se desconecta de su propósito, el triste resultado es un cristianismo centrado en sí mismo que no tiene en cuenta el corazón de Dios.
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