En tiempos donde los valores están en constante cambio y los hogares enfrentan pruebas complejas, tenemos un llamado crucial: ser luz y portadores fieles de la verdad de Dios. ¿Cómo podemos asegurarnos de que nuestra fe no solo sea auténtica, sino que impacte a quienes nos rodean, especialmente a las generaciones futuras? La clave está en dejar que Cristo ocupe el centro de nuestras vidas y hogares. Hoy más que nunca, necesitamos familias y comunidades donde la presencia de Dios fluya libremente. Este es un desafío, pero también una oportunidad para marcar la diferencia, ¿estamos listos para tomarla?
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