Leccion 9, Tema 1
En Progreso

01) Introducción

El liderazgo de la célula comienza con la preparación del corazón. Un corazón que es puro delante de Dios es el único fundamento para dirigir una reunión celular. Sin un corazón para Dios, la reunión se convierte solamente en rutinas y rituales secos.

Una cierta gracia caracteriza a los líderes celulares dinámicos. Ellos demuestran una tierna preocupación, pero dirigen con firmeza. Permiten que la discusión fluya con naturalidad, pero se niegan a desviarse del tema. Escuchan atentamente, pero no permiten que una persona sola domine la reunión. Edifican a la comunidad, pero no a expensas de la evangelización de los inconversos. Ellos se responsabilizan por el grupo, pero se niegan a hacer todo. Promueven la identidad del grupo, pero nunca a expensas de la multiplicación de nuevos grupos celulares.

¿Parece difícil este equilibrio? Simplemente digamos que es imposible, sin la obra del Espíritu Santo.

La lógica, la técnica y la experiencia son muy necesarias, pero no suficientes a la hora de liderar un grupo celular. El liderazgo eficaz de una célula comienza con un corazón transformado. El Espíritu Santo trabaja así dentro del líder celular, para que él o ella puedan ministrar de lo que rebosa su corazón.

"Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir." (Juan 16.13) 
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