01) Introducción

Las ordenanzas instituidas por Jesucristo son dos: el bautismo y la Cena del Señor.

En el caso del bautismo, se administra una sola vez y para siempre. En cambio, la Cena del Señor se repite una y otra vez, según el mandato de Jesucristo, como un recordatorio “hasta que Él vuelva”.

No los llamamos “sacramentos”, porque este término no está en la Biblia, sino que se deriva del latín y significa juramento de lealtad, tal como lo hacían los soldados al ser conscriptos en el ejército de Roma: le juraban lealtad al ejército, a Roma y al emperador.

En la teología de la iglesia Católica Romana, el sacramento es un medio visible de una gracia invisible, que tiene la virtud de transmitir, de por sí, una cierta cantidad de gracia santificante.

En este sentido, el bautismo y la Cena del Señor no son sacramentos, ya que la Biblia no enseña acerca de ninguna acción “misteriosa” que acontezca en esos momentos. Por el contrario, son más bien actos voluntarios del creyente, en obediencia al mandato de Jesucristo.