A la mayoría de las personas les sucede: hay un capítulo en su vida que les gustaría borrar o que les gustaría volver a vivir para cambiarlo. Tal vez fue algo acontecido en la adolescencia. Quizá una reciente relación.
Todos hemos tomado malas decisiones; algunas veces al mirar atrás nos causan risa, pero la mayoría cargamos recuerdos llenos de vergüenza y remordimiento. No puedes cambiar el pasado; entonces, ¿qué haces respecto a tus acciones del pasado o a tus acciones que en el presente deseas cambiar?
La gente a menudo toma decisiones inmaduras porque en comparación a las malas decisiones de otras personas, no parecen tan graves. Al darte cuenta de lo que hiciste, te sientes mal por un tiempo. Luego llega el razonamiento de «bueno, nadie es perfecto». Ciertamente no quita la vergüenza ni alivia la culpabilidad. Las excusas y las explicaciones son como las aspirinas; proporcionan un alivio temporal, pero con el tiempo el dolor regresa. Los mecanismos de supervivencia nos ayudan a hacer frente a la vida, pero no lavan nuestro pasado. Y a fin de cuentas, eso es lo que necesitamos. Lavar nuestros errores… nuestro pecado.
Tal vez los párrafos anteriores han evocado recuerdos ocultos en los recovecos de tu mente. ¿Cuál es la razón de traerlos a la superficie? He aquí la respuesta. Al avanzar en tu caminar espiritual a veces habrás de mirar atrás. Si bien puede ser incómodo, también puede ser liberador. Excavar en la vergüenza y en el remordimiento puede conducirte a una experiencia que potencialmente puede avivar tu fe. Experimentar el perdón por el pecado es con frecuencia el punto de partida de un nuevo caminar espiritual.
PREGUNTAS
- ¿Desearías poder hacer algo de nuevo? De ser así, por favor explica tu respuesta.
- ¿Estás de acuerdo con la idea de que necesitas perdonarte a ti mismo? ¿Por qué sí o por qué no?
- ¿Consideras que necesitas perdón? ¿Por qué sí o por qué no?
