Leccion 1, Tema 1
En Progreso

b. Raíces de la fe Copy

La mayoría de los cristianos crecen con la enseñanza de que la respuesta correcta, independientemente de la pregunta, siempre comienza con «la Biblia dice» … En la infancia eso es suficiente. Si Dios escribió un libro,  no hay razón para cuestionarlo. Sin embargo,

este enfoque deja de ser suficiente para muchos de nosotros al cumplir la mayoría

de edad. La verdad es que, para tener una fe inquebrantable, nuestra base debe ser más sustancial que un libro sagrado escrito hace miles de años. Las historias de la Biblia pueden ser suficientes para sembrar fe en un niño. Sin embargo, no siempre podrán sostener la fe de un adulto. Quizás nunca te lo preguntaste, pero si no tuviéramos la Biblia ¿cuál sería nuestro punto de partida? ¿Dónde comenzaría nuestra fe?

Los primeros cristianos no utilizaron la Biblia como un punto de partida para su fe. Durante los primeros doscientos y tantos años del cristianismo, los cristianos no respaldaron su fe en un libro. Su punto de partida no fue algo escrito; fue algo que había sucedido.

Como probablemente sabes, la Biblia se divide en dos partes: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento contiene las enseñanzas de Jesús, junto con las narrativas que rodearon su nacimiento, su vida adulta y su crucifixión.

Hay cuatro libros que cuentan las obras y las palabras de Jesús. A estos documentos antiguos se les conoce como los Evangelios. Si bien la mayoría de los expertos coinciden en que los Evangelios fueron escritos durante los años posteriores a la vida de Jesús, no fueron reunidos y publicados sino hasta muchos años después. El término «Nuevo Testamento» fue utilizado por primera vez alrededor del año 250, haciendo referencia a una de las primeras recopilaciones de textos sagrados cristianos. A pesar de la falta de una Biblia cristiana, cientos de miles de hombres y mujeres se convirtieron en seguidores de Jesús en los tres primeros siglos. El punto de partida de su fe no fue «la Biblia dice» ni «la Biblia enseña»; fue algo completamente distinto.

Si bien la Biblia es fundamental para alimentar y hacer crecer nuestra fe, quizás no sea el punto de partida ideal para darle inicio. ¿Entonces? ¿Por dónde deberíamos comenzar?

Un gran hombre al que hoy conocemos como el apóstol Pablo viajó alrededor del Mediterráneo fundando iglesias en el primer siglo. Cuando estaba en Atenas, compartió un tiempo con un grupo de filósofos quienes se reunían con frecuencia para examinar nuevas ideas. Estaban buscando una cosmovisión para comprender el mundo entero. Superaban en conocimiento a la mayoría de las personas, pero no dejaban de buscar una mayor certeza discutiendo diversas ideas. Como la mayoría de las personas en su cultura, ellos creían en una multitud de dioses. Pero reconocían tener ciertas lagunas en su conocimiento. Incluso construyeron un altar «para un Dios desconocido» … por si un nuevo dios llegaba, entonces estarían listos para recibirle.

Pablo vio en este altar la oportunidad de presentarle a sus nuevos amigos el mensaje central del cristianismo. No podía comenzar su presentación con «La Biblia dice» porque no había un Nuevo Testamento. De hecho, en ese punto de la historia, ninguno de los cuatro Evangelios había sido escrito. Pablo les hizo notar que la curiosidad sobre la persona de Dios era universal. Les recordó de ese algo en nuestro interior que nos lleva a hacernos preguntas y buscar respuestas. Les explicó cómo Dios realmente desea ser encontrado y cómo Dios vino a este mundo en forma de hombre. Este Dios hecho hombre vino a enseñarnos cómo es el Padre y a reconciliar a la humanidad consigo mismo. (Hechos 17:16–34)

No fue un mensaje fácil de recibir para la audiencia escéptica de Pablo. Nunca habían oído hablar de Jesús. La noción de un solo Dios era de por sí ya bastante compleja. La idea de que este Dios hubiese tomado forma de hombre estaba fuera del marco de posibilidades para la mayor parte de la audiencia de Pablo en Atenas. Pero algo era cierto; Pablo no les pidió creer en un libro, ni hacerse miembros de una religión. Pablo los estaba desafiando a poner su fe en una persona. Les dejó una pregunta que todo auténtico explorador de la fe tarde o temprano debe hacerse. Esta pregunta sirve como punto de partida de la fe cristiana. La pregunta es:

¿Quién es Jesús?


PREGUNTAS

  1. ¿Qué instrumento utilizó Dios para llamar tu atención e invitarte a confiar en Él?
  2. ¿Cómo ha cambiado tu manera de concebir a Dios durante las diferentes etapas de tu vida?
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