II. El ministerio de Pablo al judío y al gentil (15.14-22)
Pablo anhela recalcar que es el apóstol de los gentiles. Fallar en ver el lugar especial del ministerio de Pablo en el programa de Dios traerá confusión al estudio de la Biblia que uno realiza. En el versículo 16 Pablo se describe como un sacerdote del NT, ofreciendo a los gentiles a Dios como su sacrificio de alabanza. Cada vez que ganamos un alma para Cristo, es ofrecer otro sacrificio para su gloria.
Su ministerio especial involucraba un mensaje único (el evangelio de la gracia de Dios, v. 16), milagros extraordinarios (vv. 18–19) y un método específico (v. 20, yendo donde Cristo no había sido predicado). Pablo era un pionero; no mezclaba la ley y la gracia, la fe y las obras, ni Israel y la Iglesia, de la manera en que algunos maestros lo hacen hoy. Sabemos que los judíos piden señales (1 Co 1.22), pero Dios también dio milagros para los gentiles (en Éfeso, por ejemplo, véase Hch 19.11, 12). No debemos pensar, entonces, que debido a que hay milagros registrados después de Hechos 7 (el rechazo final de Israel) que Dios todavía se está relacionando con la nación de Israel.
A Pablo se le impidió ir a Roma, no por Satanás, sino por las exigencias del ministerio en tantos lugares donde el evangelio no se había predicado. Ahora que había abarcado todo el territorio posible, estaba listo para visitar a Roma. El hecho de que Pablo estaba dispuesto a predicar en Roma indica que ningún otro apóstol había estado allí (Pedro, por ejemplo); porque su norma era ir a lugares donde no se había predicado el evangelio.
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