Leccion 1, Tema 1
En Progreso

III. Por causa del amor (13.8-10)

Ahora Pablo ensancha el círculo para incluir no sólo a los oficiales del gobierno, sino también a nuestro prójimo. Téngase presente que la definición del NT de un prójimo no se limita a un vecino ni a los que viven en determinado lugar geográfico. En Lucas 10.29 el experto en la ley preguntó: «¿Quién es mi prójimo?» En la parábola del buen samaritano (Lc 10.30–36) Jesús cambió la pregunta a: «¿Cuál de estos tres fue el prójimo para aquel?» La cuestión no es «¿quién es mi prójimo?», sino, «¿a quién puedo ser un prójimo para la gloria de Cristo?» No es cuestión de ley, sino de amor y esto es de lo que Pablo analiza aquí.

Mientras el creyente vive bajo la ley de la tierra, también lo hace bajo una ley mucho más alta como ciudadano del cielo: la ley del amor. Es más, el amor es el cumplimiento de la ley, porque el amor de corazón nos capacita para obedecer lo que esta exige. Un esposo no trabaja todo el día debido a que la ley le ordena que sostenga a su familia, sino debido a que los ama. Donde hay amor, no habrá homicidios, ni deshonestidad, ni robos, ni ninguna otra clase de egoísmos.

Nótese que Pablo no dice nada respecto al sabat; la ley del día de reposo era realmente una parte del código ceremonial judío y nunca se aplicó a los gentiles o a la Iglesia. Nueve de los Diez Mandamientos se repiten en las epístolas para que los cristianos los obedezcan, pero el mandamiento respecto al sabat no se repite.

Con frecuencia es difícil amar a quienes rechazan el evangelio y ridiculizan nuestro testimonio cristiano, pero este amor puede venir del Espíritu (Ro 5.5) y alcanzarlos. «El amor nunca deja de ser» (1 Co 13.8). A la mayoría de las personas se gana más con el amor que con las argumentaciones. El cristiano que anda en amor es el mejor ciudadano y el que mejor testifica.

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