Leccion 1, Tema 1
En Progreso

IV. ¿Soy la causa de que otros tropiecen? (14.13-21)

Hay una cosa que debemos juzgar: a nosotros mismos, de manera que veamos si estamos abusando de nuestra libertad cristiana y haciendo que otros tropiecen. Es cierto que nada es inmundo en sí mismo, pero hay algunas prácticas y hábitos que otros consideran inmundos. Por consiguiente, si deliberadamente hacemos algo que es causa de que nuestros hermanos tropiecen, no estamos viviendo de acuerdo a la regla del amor.

Es algo serio ser la causa de que otra persona tropiece y caiga en pecado. Nótese las palabras de Cristo en Marcos 9.33–50, donde «ofender» significa «hacer tropezar». El creyente que se aferra a su práctica cuestionable y hace que otro cristiano caiga en su andar con Dios, está ciego al precio que Jesús pagó en la cruz. Nuestro bien no debe producir malos comentarios. Después de todo, la vida cristiana no es asunto de comer o beber (o cualquier otra práctica), sino de justicia, paz y gozo, todo lo cual viene del Espíritu. Nuestro objetivo no debe ser autocomplacernos, sino edificar a otros cristianos en amor. Primera de Corintios 10.23 afirma que todas las cosas son lícitas para el creyente (porque no vivimos bajo la ley), pero no todo nos edifica ni nos ayuda a edificar a otros. Véase también 1 Corintios 8. «Destruir» en Romanos 14.15 y 20 significa «derribar». ¡Qué egoísta es que un cristiano derribe la vida espiritual de otro debido a su egoísmo! Sus prácticas pueden ser lícitas, pero no están acorde a la ley del amor.

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