Blog

ADICCIONES: ¿Cómo reducir la vulnerabilidad en las nuevas generaciones?

Las adicciones exhiben una de las principales paradojas de la realidad humana: por un lado, son una de las principales causas de muerte en el mundo, y por el otro, millones las anhelan al vincularlas con el placer, el estatus social o incluso la libertad. Te invito a leer este Blog completo aquí.

Los adultos sin un interés económico en ellas —y aquellos que ya fueron sus víctimas directas o indirecta — sabemos que le roban tiempo, dinero y energías al adicto al punto de «empobrecerlo» en varios niveles de su vida, sobre todo en sus relaciones; sin embargo, millones de adultos, jóvenes, adolescentes e incluso niños comienzan a cederles el control de sus recursos. ¿Cuál es el verdadero poder de las adicciones? ¿Por qué tantos de nosotros cedemos a ellas? Y más allá de cómo atender a los que ya son presa de ellas, ¿podemos hacer algo para prevenirlas? Las historias de personas que aparentemente lo tenían todo y que lo perdieron gracias a una adicción son demasiadas como para desconocer sus causas y efectos, y entonces desde la perspectiva del liderazgo debemos preguntarnos: ¿por qué es tan común que haya adicciones? ¿Qué hay detrás? ¿Qué sucede por dentro en la vida de un adicto? ¿Cómo las contrarrestamos, curamos y, sobre todo, prevenimos?

LA RAZÓN CIENTÍFICA DE SU PODER

Te presento a una aspirante a la corona: su nombre de calle es dopamina. Las neuronas utilizan neuro transmisores para comunicarse entre ellas, y la dopamina es uno de ellos; esta sustancia tiene una función muy importante en los espacios sinápticos, es decir, los espacios microscópicos en los que las células nerviosas establecen conexiones entre sí. La dopamina es producida y liberada por el hipotálamo para exhibir o inhibir las sensaciones humanas, y aquí es donde influye en una de las sensaciones que termina de apoderarse de millones de voluntades: el placer.

LA DOPAMINA Y EL PLACER TIENEN UN ROMANCE

ph: Imagen de freepik

La dopamina es la sustancia que segrega el cerebro al experimentar sensaciones de bienestar, y entonces esta sustancia refuerza conductas que producen esa sensación, y allí radica el meollo de su poder para controlarnos. Lo que hoy sabemos es que la dopamina se libera desde las neuronas situadas en el área tegmental ventral hasta estructuras como el núcleo, la amígdala, el área septal lateral, el núcleo olfatorio anterior y el neocórtex, es decir, que este flujo baña al cerebro prácticamente por completo, y por eso la sensación que produce es tan fuerte.

La dopamina participa en hábitos simples como la alimentación e íntimos como el sexo y desde temprano comienza relaciones cercanas con sustancias externas adictivas o estímulos sensoriales externos que también aceleran su producción como el aplauso, la pornografía o un pulgar levantado en las redes sociales.

LAS SUSTANCIAS EXTERNAS

No todas las sustancias externas «dialogan» con la dopamina de la misma manera. La cocaína, por ejemplo, es un bloqueador del transportador de la dopamina que inhibe competitivamente la recaptación de la dopamina para aumentar su período de vida y producir un aumento de su segregación de hasta el 150% de los parámetros normales de los neurotransmisores. Las anfetaminas, por otro lado, fuerzan a las moléculas de dopamina a salir de su vesícula de almacenamiento y las expulsan al espacio sináptico, con lo que hacen funcionar a la inversa a los transportadores de dopamina; pero el punto en común es que con las distintas estimulaciones de este neurotransmisor, el cerebro recibe mensajes para que deseemos repetir el comportamiento y liberar así más dopamina en una forma de recompensa inmediata.

¿POR QUÉ LAS ADICCIONES SE CONSIDERAN ENFERMEDADES DEL CEREBRO?

ph: Imagen de freepik

El gran peligro con estos juegos del placer es doble. Desde el punto de vista interno estas conductas compulsivas modifican la estructura del cerebro creando surcos de repetición de las interconexiones limitando el desarrollo de otras áreas o nuevos surcos (aprendizaje), y desde el punto de vista externo, el dejar que la sustancia o la conducta controle a los individuos produce toda clase de limitaciones de la voluntad y la exposición a conductas negativas de otras personas.

En palabras de la comunidad científica, las adicciones son «dependencias», y en palabras para mi más descriptivas podríamos decir esclavitudes. Las adicciones esclavizan los pensamientos y comportamientos de la persona, enajenándola de hacer lo que sabe que debe hacer para su beneficio a largo plazo por una sensación de necesidad incontrolable a corto plazo buscando una gratificación inmediata.

La vida personal y social del individuo y su salud física y mental, entonces, se ven perjudicadas: la persona adicta no controla su adicción, sino que vive en función de esta. La adicción es el eje y el condicionante de toda su rutina, y si trata de salir repentinamente de esta rutina, se ve afectado por problemas de ansiedad, y por lo general vuelve a caer en el consumo de su adicción.

Con esta explicación, se hace bastante obvia la razón de por qué Dios tiene un problema con las adicciones. Pablo afirma en 1 Corintios 6:12 lo siguiente: «No haré nada que luego pueda dominarme» (NBV), y es muy interesante encontrarnos con las palabras de Jesús en Mateo 15:15-19 donde le explica a Pedro el por qué lo que contamina al ser humano no viene de afuera, sino que viene de adentro.

LAS ADICCIONES CONDUCTUALES

El término adicción también se aplica a las compulsiones que no están relacionadas con el consumo de sustancias (por ejemplo, la adicción al sexo o los problemas con el juego) pero también a cosas más triviales como las compras compulsivas, comer en exceso, la adicción al ejercicio y la más reciente: la adicción a las pantallas.

Un ejemplo claro de una adicción que no proviene de una sustancia es la adicción a la pornografía. Esta produce una descarga de dopamina no proporcional con el esfuerzo de voluntad para llegar a la sensación de placer y, por tanto, una sobre estimulación en el sistema de recompensa del cerebro; este exceso de liberación de dopamina genera un mensaje que seduce a repetir la conducta, y por tanto a seguir produciéndola. Se genera así la constante necesidad de sentir esta estimulación, o lo que es lo mismo, una adicción.

Este proceso es el mismo que origina la adicción a las drogas o al alcohol y está dentro de las denominadas adicciones sin sustancia. Siguiendo con el ejemplo, más allá de la dimensión moral y de lo que está detrás de la industria pornográfica, el consumo continuado de pornografía termina por alterar el funcionamiento del cerebro y su estructura generando más activación en algunas zonas —como en la amígdala— e incluso modificando el tamaño de algunas regiones cerebrales. Como en todas las adicciones, la sobreestimulación incita a un consumo más frecuente, y para muchas personas el acto sexual «natural» deja de ser tan placentero ya que demanda mucho más trabajo al incluir a otra persona con voluntad. Cuanta más pornografía se consume, más se reduce la actividad del centro de recompensa y más dopamina necesita generar el cerebro para sentir placer, y entonces la pornografía termina siendo una puerta abierta a todo tipo de conductas peligrosas que terminan deteriorando la vida del adicto.

Como en cada caso, existen distintos facilitadores que pueden generar esta adicción: por ejemplo, haber sufrido alguna forma de abuso o violencia sexual que genera un temor desbalanceado a las relaciones reales, y por eso se recurre a la seguridad aparente de la fantasía. Pero de nuevo, en casos aparentemente más triviales como las compras compulsivas, todo puede ser facilitado por una sensación de inseguridad anclada en una autoimagen negativa.

EL CAMINO A LA SANIDAD

ph: imagen de freepik

Como explico en el libro Liderazgo generacional, el cerebro humano es un universo misterioso y, para sorpresa de la ciencia, la posibilidad de «ver» y «leer» el movimiento de las neuronas ha avanzado más rápido de lo que incluso los más destacados científicos podían anticipar hace solamente unos años atrás. Hoy contamos con electroencefalogramas, magnetoencefalografías, tomografías por emisión de positrones, resonancias magnéticas funcionales y espectroscopías magnéticas nucleares, todo lo cual nos permite comprobar que el cerebro se reorganiza a sí mismo continuamente. Esto se llama neuro-plasticidad, y la buena noticia es que nuestros cerebros son más maleables de lo que antes suponíamos. Para sanar adicciones se necesita primero que nada la voluntad del adicto y luego un proceso de sujeción que lleva tiempo.

Pero insisto con la buena noticia: más allá de confiar en que Dios puede hacer milagros, la ciencia corrobora que es posible curar daños neurológicos causados por las adicciones y aun recuperar relaciones quebradas por ellas.

El primer paso para seguir es abstenerse de todos los comportamientos que conducen a la estimulación de la conducta, es decir, no me refiero a la conducta en sí sino a los escenarios que activan la conducta; por ejemplo, si alguien no puede controlar pelearse en una cancha de fútbol, entonces debe evitar ir a la cancha. Esto parece bastante obvio, pero no lo es. En innumerables casos se cede al poder de las adicciones porque lo que intenta evitarse es la conducta en vez de los escenarios que la activan.

Lo siguiente que recomienda la comunidad científica es un proceso de sujeción o rendición de cuentas.

Quizás te sonaba que esta era una recomendación de la comunidad religiosa, pero no: la comunidad científica está de acuerdo en que el entorno familiar y social son determinantes.

Las adicciones esclavizan los
pensamientos y comportamientos
de la persona, enajenándola de
hacer lo que sabe que debe hacer para su beneficio a largo plazo por una sensación de necesidad incontrolable a corto plazo buscando una gratificación
inmediata.

LA CURACIÓN ES RELACIONAL

La curación de las personas suele ser relacional y puede facilitarse de muchas maneras, pero lo que es claro es que rendir cuentas a otros es uno de los mejores puntos de partida.

La rendición de cuentas puede aprovechar la tecnología que hoy tenemos disponible y hasta incluir el uso de software de monitoreo, pero sobre todo tiene que ver con ojos atentos, oídos dispuestos y muchos abrazos. La rendición de cuentas implica entregarse humildemente a la guía de otros que tienen más experiencia y han alcanzado un nivel más profundo de libertad; no gente perfecta, pero sí gente que practica la dimensión tangible del amor y que puede incluir a aquellos que dieron los mismos pasos antes. Unirse a un grupo de personas que se apoyan mutuamente en el camino hacia la libertad es el gran condicionante en miles de testimonios, y por eso la iglesia puede jugar un rol fundamental en la sanidad de la sociedad.

Como consejeros, pastores o idealmente mentores podemos desempeñar un papel vital al ofrecer retroalimentación e ideas para ayudar a una persona a entablar relaciones sanas y reconocer sus déficits relacionales, tales como inseguridad, búsqueda de aprobación, necesidad de controlar o autocompasión. Estos déficits deben ser curados junto con la adicción porque usualmente son el backstage de lo que sucede en el escenario de una adicción, y por eso es tan vital ir mucho más allá de un «arrepiéntete y deja de hacerlo» simplista y falto de misericordia.

Las adicciones tienen efectos profundos en la vida espiritual de una persona y dañan su relación con Dios. Alguien atrapado en un ciclo de uso habitual de sustancias se siente distante de Dios o incluso cree que no merece perdón, y lo mismo sucede con las adicciones conductuales. Confesar pecados es una práctica poderosa que puede ayudar a recibir la curación ya que revelar honestamente las luchas nos predispone mejor a ellas y consigue la ayuda externa que todos necesitamos. Incluso la confesión mutua dentro del contexto de un grupo de apoyo puede ayudar a las nuevas generaciones a crecer en humildad y rendirse cuentas mutuamente; la confesión regular es una fuente de fortaleza para quienes buscan vivir vidas puras y, aunque no sea lo usual en el ámbito cristiano, es una de las disciplinas recomendadas por todo el Nuevo Testamento con la insistente frase: «los unos a los otros».

¿Necesitas ayuda sobre la adicción a la pornografía? Comienza con 40 días de liberación


¿Te gustó este Blog? Dejá un comentario

sobre lo que más te llamó la atención.


Tomado con licencia de la revista LIDER 625, edición 12, Adicciones: Un flagelo que la iglesia no puede ignorar. Pag. 6-8.

ph: Imagen de freepik

Compartir

Otras Publicaciones

Envíanos un Mensaje

Acerca del Autor

Últimos Artículos

No hay más Artículos

Déjanos tu Comentario

Comentarios

No te pierdas los otros artículos de nuestro

Blog